martes, 23 de diciembre de 2014

Hoy he encontrado

Esta mañana me he encontrado con unas líneas en un cuaderno que había escrito pensando en ti. Eran unas líneas que escribí pensando en que te echaba de menos, con todo ese estrés que los dos arrastrábamos hace unos meses y que nos estaba jodiendo pero bien.

Ahora tengo el placer de compartir unos días contigo, tú que eres mi día, mi sol. Qué lejos quedan esos días de oscuridad, de no parar de trabajar, de no poder ni sentarnos a hablar. Qué fuertes nos hace superar esos pequeños baches juntos. Qué alegría me da que sigas iluminando mi vida con tu sonrisa. Y a pesar de que lo escribiera hace unos meses, y que lo hiciera porque a veces me es más fácil escribir que hablar, todo aquello que escribí sigue vigente. Me gustan tu luz, tu risa y tus chistes malos. 

Cuánto te quiero.

Apretando el arco

Re-Re-Re-Re-Reeeee-Reeeee... La-La-La-La-Laaaaa-Laaaaa...

Me duele la mano derecha, pienso. Estoy apretando demasiado fuerte el arco, pienso. Debo relajar la mano, pienso. Hay que dejar que el arco se apoye en la cuerda, la mano no debe hacer fuerza, sólo guía el arco a través de las cuerdas, re-pienso.

¿Y si esa mano que aprieta el arco es indicativo de que algo pasa, de que necesito des-apretar ciertas cosas de mi vida? Y si es indicativo de ello, ¿qué cosas son? ¿Qué es lo que no estoy viendo? ¿Qué se me está escapando?

sábado, 20 de diciembre de 2014

Cómo lo haces

No sé cómo lo haces para mirarme y derretirme. 7 años y medio más tarde desde aquel email en la oficina, aquella noche de sexo tórrido que pasamos, 7 años y medio después de decidir que seguiríamos juntos, a pesar de que todas las apuestas estaban en nuestra contra. A pesar de los rumores que decían que ya no estábamos juntos aunque estuviéramos compartiendo piso y vida tan sólo 3 meses tras haber empezado a salir, y de las miradas de celos de algunos y algunas.

Y siete años y medio más tarde me encuentro una mañana de sábado, casi a vísperas de Navidad, entre tus brazos, esperando una hija tuya y totalmente embebida en tus ojos verdes.

Te digo que voy a levantarme, pero te giras y me pides que me quede cinco minutos más en la cama. Y ahí me quedo, entre tus brazos, porque no hay mejor lugar en el que pueda estar. Lo demás puede esperar. No sé cómo lo haces para que todas mis prioridades se conviertan en el objetivo número 2, detrás de ti.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Hambre de Luna

Y pensar que hace un año no pensaba ni en que fueras a existir. Ahora te has convertido en parte indivisible de mí. ¡Qué diablos de mí! De mi mejor yo. Me has regalado una plenitud que no creo que habría podido conseguir con nada de este mundo que no fueras tú.

Tu padre y yo todavía no te hemos visto la cara en vivo y en directo. Sólo en una pantalla fría. Pero todos los días te siento. Sé cuándo quieres que coma, y no porque me lo diga mi estómago. Sé cuándo tienes hipo. Sé cuándo estás dormida. Sé muchas cosas de ti aunque nunca te he visto. Supongo que es instinto. Porque sé, por ejemplo, cómo va a ser tu carácter, y eso que sólo te has expresado a través del movimiento.

Tengo hambre de ti, mi pequeña. Mi pequeño lucero del alba, mi pequeña Luna.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Rojo, Blanco y Negro

Una flor se abre la vida. Tiene los pétalos rojos como la sangre. Su aroma es férrico, su existencia tan corta como lo permite la supervivencia. Lucir sus colores la lleva a una pérdida irremediable. Son carnes abiertas al sol, que se vuelven rosadas y paulatinamente blancas conforme este mundo duro y frío las acoge. Y ríen y lloran, olvidan poco a poco esas carnes abiertas y esa existencia férrica, se tornan blancas como la leche.

El olor ahora es dulzón y almizclado. Es el olor primitivo, el olor de los otros, el otros del intercambio, el de la dulzura del sudor y los impulsos. Su olor es el blanco, el color de lo que nos mantiene adelante, siglos y siglos, milenios y milenios. Con el tiempo ese blanco se vuelve menos puro, menos intenso, y otras tonalidades aparecen al apagarse.

Y negro.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Te persigo

No queda nada de lo que construimos. No queda nada más que polvo, muros que lloran lágrimas que se pierden en la lluvia, algún que otro gadget que una vez me compraste.

Hace mucho que abandoné el recinto de plata que habitamos. Lo que yo quería que fuera una burbuja de seguridad y confort en realidad era un hermoso escaparate donde exhibir la perfección. Rompí todos los cristales, me cagué en tu vida de mierda y te mostré una expresiva peineta. Cogí mi maleta de sentimientos y me fui volando, como una mariposa cuando sale de su crisálida.

Me dicen que todavía me llamas palabras que son de todo menos hermosas. Me pregunto si es porque todavía piensas en mí. La respuesta es obvia. Lo sé. Soy el fantasma de tus pensamientos. Qué pena.

viernes, 3 de octubre de 2014

Poder

El poder en este mundo cibernético reside en cuánta información saben los demás de nosotros. Recuerdo que una persona a la que probablemente detestaré toda mi vida me repetía eso de "la información es poder", sobre todo cuando se refería a saber de las vidas ajenas. La cosa es que detestaré siempre a esa persona (hay cosas que son demasiado viscerales), pero tenía razón. Al César lo que es del César.

Recordar que el poder es de uno es una de esas claves que hay siempre que tener en cuenta. Es un poder que no quiero abandonar jamás en la vida, a pesar de saber que comparto cosas con los demás y con google. Y con la CIA y el CNI. Es inevitable, saben nuestras vidas, y además siempre compartimos algunas parcelas porque en eso consiste la socialización. Pero hay una parcela de nosotros mismos a la que creo que nos reservamos el derecho de admisión. Creo que es importante recordar eso, porque no sólo sucede con los datos ésos que protege la LOPD, sino en general en las conversaciones que tenemos con propios y extraños.

martes, 30 de septiembre de 2014

Seis de la mañana

A las seis de la mañana hay un reloj que me despierta, pero que no tiene alarma. Me levanto, voy al baño y compruebo que, tal y como esperaba, es noche cerrada. Hace frío, un frío que nunca pensé que haría a estas alturas del año.

Vuelvo a la cama enfundada en sueño, pensando en que aún me queda una hora y cuarto de placer bajo mis sábanas, el placer de Morfeo y su arena del sueño, el placer de tu olor y tu piel mientras duermes a mi lado. Me acurruco junto a ti y pienso que quizá dentro de un año tengamos un polizón en la cama que no nos deje dormir, así que por eso me pego más a ti, con mi incipiente tripa por delante, haciendo partícipe al ya polizón de lo que supone dormir contigo: una de las cosas más maravillosas de este mundo. Y sólo son las seis de la mañana.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Bajo la lluvia

Hay instantes mágicos, de ésos que llenan tu vida de pequeñas y valiosas cosas. Eran las dos y media, tarde para alguien que come a horario inglés, y he salido a la calle a comer, como siempre, mi tupperware con mi comida casera que siempre llevo. Me disponía a salir cuando he visto un montón de gente volver al edificio, empapada. Entonces he sonreído y he salido a la calle, tupperware en mano.

He comido hoy bajo la lluvia, en un recodo donde no me mojaba más que los pies, enfundados en sandalias de tacón. Mi cerebro tarareaba una canción conocida con una letra adaptada a la situación. Ha pasado una compañera, que me ha gritado "¡te vas a mojar!" en un tono maternal. Le he mostrado mi pulgar en señal de "todo bien" y he seguido comiendo, escuchando las gotas hacer plic plac ploc en el suelo, admirando la posibilidad de que en esta ciudad pueda seguir lloviendo a pesar de tener un cielo azul inmenso y precioso justo encima. Entonces ha salido el arcoíris, mientras las gotas brillaban a mi alrededor por acción del sol. Una bonita llovizna, el sol, el arcoiris y buena comida, ¿se puede pedir más?

sábado, 20 de septiembre de 2014

La fórmula del milagro

Estrógeno, progesterona, gonadotropina coriónica humana, prolactina, lactógeno placentario, relaxina, oxitocina. Son los ingredientes que bullen en mis venas, todos juntos, para dar paso a un conglomerado de emociones. Es la fórmula magistral del milagro, la que hace posible la vida y que todo me dé igual. La que hace posible que, por primera vez en mi vida, salga de mi caparazón de introvertida y diga a otros en la cara que no me importa lo que digan, la que hace posible que lo realmente importante sea lo verdaderamente importante y ninguna pose, ni ninguna opinión ajena. Sólo nosotros y nuestra pequeña lenteja, en nuestra pequeña burbuja repleta de felicidad y besos.

Me llevaría así el resto de mi vida.


Decisiones acertadas

Hace poco hizo cuatro años que abandoné la ciudad que me vio nacer y crecer para irme a la ciudad donde mi marido tiene a su familia. Vinimos con una mano delante y otra detrás, yo salía de un trabajo que me estaba haciendo infeliz y que casi me cuesta la vida (sin exagerar), él salía de un periodo de sequía total, y ambos nos lanzamos al vacío.

Tomamos una serie de decisiones de las que, no lo negaré, me arrepentí durante mucho tiempo. Irse a vivir a una ciudad de 100000 habitantes cuando la ciudad en la que te has criado tiene diez veces más y es como cinco veces más grande es un cambio enorme. La falta de oportunidades es muy evidente también cuando la ciudad es más pequeña. Pero con el tiempo se gana la perspectiva de quien allí, con un coste de la vida mucho más grande, habría acabado en la miseria para darse cuenta de que aquí se sobrevive, y que con poco vives bastante bien.

Y aunque es verdad que lo he pasado mal en esta ciudad, y que he pateado sus calles envuelta en desesperanza, y que me he quejado hasta la saciedad de su costumbrismo y su paletismo, y que tengo la ciudad donde nací en un pedestal, me doy cuenta de que me ha dado oportunidades que jamás habría encontrado en otro lugar. También he encontrado un sitio, una vocación y dentro de poco un plan de futuro a largo, larguísimo plazo. Siendo realistas, aunque me encantan las ciudades grandes, son un puñetero agujero negro en el que a la primera de cambio pasas a ser un número. Aquí la gente te conoce por la calle, se sabe tu vida y tu nombre, pero cuando se es introvertido como yo no tienen mucho donde rascar para cotillear porque ni mi marido ni yo damos pie a la carnaza chismosa, sencillamente por el tipo de carácter que tenemos los dos. Así que vivimos bien, no tenemos problemas ni tenemos que luchar contra hordas de trabajadores jóvenes sobrecualificados para hacer el mismo trabajo de currito que te permite alimentarte. Es más, como todo el mundo te conoce, en cuanto trabajas bien es muy fácil progresar. Si me paro a pensarlo, no habríamos tenido la posibilidad de formar una familia si hubiéramos salido al extranjero, así como tampoco habríamos podido hacerlo si nos hubiéramos quedado en el agujero negro de la ciudad en la que nací, ganando 1200 euros al mes para pagar un piso de 60 m2 por 700 euros. Con esas condiciones es imposible tener familia, ni relaciones, ni vida.

Así que me siento agradecida por las decisiones que considero acertadas, agradecida con la vida y agradecida porque no he perdido a la gente que he dejado atrás, tampoco muy lejos pero lo suficiente como para echarlos de menos. Sé que la ciudad que me vio crecer, sus colores vibrantes y esa sensación de "es tan grande que es obscena" siempre seguirá ahí, no cambiará, y que siempre podré regresar. Aunque la verdad, no sé para qué regresar cuando nos hemos demostrado, los dos juntos y por separado, que el hogar está donde está nuestro corazón.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Vampiros

Parece que las mujeres somos una especie diferente de naturaleza vampírica, que vamos absorbiendo lentamente el ánimo y las ganas de vivir de nuestros congéneres por el simple placer de estrujar su corazón. Eso es lo que me dieron a entender este fin de semana en una conversación bastante hostil.

Mi interlocutor, quemado hasta la médula, de ida y de vuelta de la vida, realmente no se estaba dando cuenta de lo que estaba diciendo. No creo que ninguna de las mujeres que conozco encuentre placer en estrujar corazones ajenos. Es más, no creo que ninguna de las personas que conozco encuentre placer en ello. Simplemente creo que hay veces en las que la gente necesita poner distancia. No es cuestión de ser malvado o no, o de ser una criatura vampírica, es cuestión de que resulta muy difícil definir una línea inquebrantable para con ciertas personas, cuando la otra parte no hace más que traspasar esa línea. Cuando te retiras para protegerte de una intromisión a tu espacio vital/intimidad, al considerar que ha habido un exceso de confianza, sucede que la otra persona queda con la sensación de haber sido estrujado porque ha dado más de sí de lo que el otro ha pedido. Así de simple.

Creo que las relaciones humanas tienen un tiempo en el que se van marcando diferentes distancias, de más lejanas a más próximas. Atrás quedó aquella una edad en la que me impresionaban las peticiones de mano al mes de haberme conocido, o las amistades del alma que de pronto te cuentan que de pequeño sus padres le pegaban. Ese tipo de cosas, ahora, me provocan urticaria. Para mí, las relaciones, sean de lo que sean (amor, amistad, negocios) se generan despacio, a fuego lento, como un buen guiso. ¡Así sabe más rico!

jueves, 11 de septiembre de 2014

Lo que no quiero vivir

No quiero vivir una guerra mundial, ni quiero que la vivan mis descendientes. No quiero tener que ponerme una máscara de gas, ni ver más torres derrumbándose. No quiero ver más lisiados por acción de la guerra, ni que los capten los medios de des-información. Yo sólo quiero vivir un baile infinito, en el que todos nos sacudamos al ritmo de la música.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Bendita lluvia

Dormíamos. Soñábamos con una discoteca un poco muermo en la que sonaba "Rasputín" de Boney M y todo cambiaba. Bailábamos como locos. Por un momento me daba igual botar o no botar, estábamos bien, era un sueño. Hemos abierto los ojos al día y el sonido de la lluvia era rítmico en la ventana, como una canción disco. Un DJ celestial ha decidido poner Boney M para despertarnos a todos, marcando el ritmo con las gotas. Y una sonrisa se ha asomado a nuestra cara. Bendita lluvia.


viernes, 5 de septiembre de 2014

Como Nerón

Arde el cielo, arde la ciudad, arde mi vida y se transforma. Arde la lluvia, que ahora es ácido sulfúrico y quema todo lo que toca. Caen abajo los muros opresores, las desventajas, la sensación de estar encerrado en una existencia en la que nada es seguro, todo es incertidumbre. Arde mi Roma particular, y me siento Nerón por un día: soy una emperatriz loca a la que le gusta quemar cartuchos de vidas pasadas, acabar con existencias a punta de guadaña, liberarse de cadenas con una antorcha y algo de aceite.

El fuego es purificador y es liberador, e intento no mirar atrás si no es para darme cuenta de lo que se ha destruido, lo que se ha cambiado y el sacrificio que cuesta siempre derruir algo que, como Roma, se pensaba que era eterno. A partir de ahí, todo huele a nuevo, a limpio. Y vuelta a empezar, a reconstruir una existencia desde los comienzos. Con la salvedad de que esta vez no estoy sola.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Por la mañana

Me enfundo en lo primero que pillo, con mis tacones bajos y majos, voy medio dormida por la calle como una maraña de pelo rizado en busca del pan de todos los días. A veces más temprano, a veces más tarde, pero siempre por la mañana. Siempre me convenzo de que necesito ponerme a mí misma a prueba, así que voy cambiando de itinerario. El cambio que no se puede evitar para aprender a vivir, me digo.

Pero hay cosas que nunca cambian de ese periplo de mi casa al edificio donde me gano el pan. Por ejemplo, los gritos de las pescaderas de la esquina y el esquivar las cacas de las palomas que se ponen, muy en fila, a esperar a que pases para descargar su munición. Las cabronas. O el conductor que decide que no eres lo suficientemente grande como para dejarte pasar en un paso de peatones. Al final tienen que poner mensajes que a los peatones nos achantan, a los conductores no tanto. Que en X sitio, 3 de cada 4 muertos en accidentes de tráfico era peatón. Que los achanten a ellos, que yo también voy a ganarme el pan por la mañana.

Como por la mañana me enfrento al vecino de los piropos soeces. Madre del amor hermoso, hay que lavarle la boca con Mistol a ese señor. Así que para no escuchar me pongo mi música, mi pequeño compañero que siempre va cargado de notas sobre la felicidad y otras extrañas costumbres, acompañadas por una melodía. Y así la mañana se despereza, mi maraña de pelo se estira y yo vuelvo a la rutina de todos los días, sonriendo y pensando en el día que comienza y que huele a nuevo, como un libro recién abierto.

martes, 2 de septiembre de 2014

Una visión sobre el inmovilismo de los caracteres

No hablo de los caracteres que componen esta entrada ni las anteriores. Hablo de las personalidades.

Hubo una vez quien me dijo que "todo el mundo puede cambiar", una frase llena de idealismo y muy atractiva para gente como yo, pero que reflejaba, desde mi punto de vista, un mensaje ideado para dar una aparente sensación de autocontrol, en mi opinión más que falaz.

La verdad, no creo que la gente cambie a partir de cierta edad. Obviamente que modificamos, poco a poco, ciertos aspectos de nuestra conducta y comportamiento. Pero no podemos cambiar de la noche a la mañana a) nuestra bioquímica cerebral, b) las conexiones que hemos creado durante años y años de entrenamiento y c) nuestra propia tendencia genética a ser de determinada forma. Por eso creo que es una falacia tremenda lo de "cualquiera puede cambiar si se lo propone, incluso si es muy mayor". A partir de cierta edad creo que no es posible. Se pueden crear hábitos, pero crear un hábito no creo que sea cambiar una personalidad completa. Considero que una cosa es el comportamiento y otra muy diferente la personalidad: el comportamiento es cambiante, adaptable y permeable, la personalidad tiene mucha más complejidad, en mi opinión, de la que ningún estudioso haya llegado todavía a atisbar (¡ánimo psicólogos!).

lunes, 1 de septiembre de 2014

Reyezuelos

Quizá por mi carácter, quizá por la forma en la que me educaron, me cuesta mucho mandar a callar a la gente. Dejo que hablen, la mayor parte del tiempo sin decirles eso de "me importa un culo lo que me estás contando", pero por una cuestión de decoro. Después espero que hagan lo mismo conmigo. Mi decepción es previsible cuando veo que no son capaces de escuchar. Es entonces cuando desconecto y, como Sara Bareilles, miro los coches pasar mientras mi interlocutor vomita sus abundantes conocimientos sobre mi vida, la última película de algún cineasta sobrevalorado o la longitud de su propio ego/pene/lo que sea. Los dioses saben que intento empatizar, pero especialmente después de la séptima demostración de ego, por mi propia cordura (si es que aún me queda de eso), irremediablemente desconecto del monólogo absurdo. Que no se diga que no tengo paciencia.

Encuentro que este tipo de personas son especialmente enjuiciadoras de la vida ajena. Esto me solía hacer sentir muy infeliz porque yo tenía que hacer feliz a los demás (ay de mí si no lo hacía). Creo que con los años estoy intentando curarme de eso y por eso cada vez me da más igual lo que piense la gente de fuera, especialmente lo que se apabullan en su propia verborrea e intentan apabullarme a mí. Reconozco que durante un tiempo me apabullaron, porque este tipo de personalidades megalómanas son tremendamente carismáticas. Reconozco también que, para intentar hacer felices a los demás, yo me mimeticé con este tipo de personas (es que es guay parecer carismático), pero es que me hacía infeliz a mí misma convertirme en a) algo que no soy y b) un tipo de fauna, el reyezuelo de nada, que abunda en las relaciones humanas. Con el tiempo me he acabado dando cuenta de que el peso de su corona y su genialidad les abruma tanto que no se dan cuenta de que llevan toda su vida con la cabeza torcida mirándose el ombligo. Triste estar tan vacío como para acabar dando consejos y órdenes a quien no te las ha pedido.


jueves, 28 de agosto de 2014

La vida en flares

¿Qué haces cuando tu vida tiene tanto brillo y tanto destello que parece la última de Star Trek, la que dirigió JJ Abrams?

¿Qué haces cuando tu vida parece una fotografía (o un videoclip) de David LaChapelle?

¡Pues qué vas a hacer! ¡Bailar!


miércoles, 27 de agosto de 2014

Burbuja

A veces es de cristal esmerilado y no se ve lo que hay dentro. A veces, de plástico fino. Otras, de cemento armado. Tengo una burbuja dentro de la cual me encuentro y dentro de la cual guardo todo lo que me importa. Soy la niña burbuja y no me importa, porque lo hay dentro de la burbuja es mío. No me lo puede quitar nadie, por mucho que ansíen lo que hay dentro de ella.

Nadie puede poseer la burbuja de uno. Siempre pienso que para qué querer una burbuja ajena y su contenido, cuando cualquiera puede construirse la suya propia y llenarla de sus propios recuerdos. Carece de sentido querer la burbuja de otro, porque no requiere más esfuerzo que el de aquella chica a la que vi romper un castillo de arena en la playa. Romper la burbuja de otro para convertirla en tuya, sabiendo que cuando lo haces, igual que el que explota una pompa de jabón, ya no vuelve a existir como tal. Por eso es mejor construir la de uno mismo. Como si se quiere fabricar de recortes de periódicos y fotos antiguas, de spaghetti casero y de olor a pan recién horneado.

Mi burbuja es mía y yo pinto de ella mis colores. Soy la niña burbuja.

viernes, 22 de agosto de 2014

Felicidad

Llorar de alegría, de expectativa, de amor. Querer bailar en mitad del supermercado con alguna música inesperadamente familiar, y mejor acompañada, si alguien quisiera atreverse a bailar y luego a lanzarle un beso al aburrido vigilante de seguridad que está detrás de las cámaras después de darle el espectáculo. Conectar con alguien con quien pensabas que nunca conectarías. Escribir un par de líneas estúpidas en un blog que nadie lee, sólo porque necesitas escribir para sentirte bien, y luego darte cuenta de que desnudas tu alma en cada frase. Y que no te importe lo más mínimo. Nada. Porque eres feliz, y no lo eres por nada de fuera, lo que eres porque eres.

Felicidad que pintas infinitas sonrisas en mi cara. Qué difícil se hace mentarte cuando se hace con honestidad en el corazón. Qué agradecida me siento contigo.




jueves, 21 de agosto de 2014

Muros destinados a caer

He construido un muro de ladrillo y cemento para separar tu latido del mío. Me repito que así estaré preparada emocionalmente para lo peor, en caso de que suceda, en caso de que al final lo nuestro quede en una tira que cambia de color.

He pintado el muro de grafittis que hablan de esperanza. A veces le hago agujeros. Escarbo en el muro y te paso por las rendijas, de contrabando, café y azúcar refinada, porque son mis únicos vicios ocasionales. Pienso que quizá a ti también te gusten, lo mismo que me gustan a mí. Miro el muro todos los días y me recuerda al muro de Berlín, ése que todavía no conoces. Y me siento a su sombra, como una niña de Alemania Occidental esperaría a la aparición de ese niño con la cara sucia del otro lado, para compartir con él ositos de goma de muchos colores.

Quedan sólo unos días para saber cómo está todo. Y me siento esperanzada. Porque como en el 89, existe una amplia posibilidad de que ese muro caiga, como irremediablemente caen todos los muros, y se convierta en un puente. Y ya sólo quede la parte del graffiti donde hace poco pinté un corazón de color rojo sangre, el mismo corazón y el mismo color rojo sangre que nos une a los dos.


miércoles, 20 de agosto de 2014

Todas las cosas buenas tienen un final

En mi altavoz suena la radio, una canción cantada por una voz femenina y nasal, de las que tanto se pusieron de moda a principios del milenio. La cantante no tiene muy buen fraseo (se le olvida respirar) pero el compositor y el productor hicieron bien su trabajo. La letra es bonita. Habla de las cosas buenas que se acaban. Y yo añado, todas las cosas se acaban en realidad, incluso la peor de las situaciones, que también se acaba tarde o temprano.

La mayoría de las cosas se acaba para dar lugar a cosas mejores. Ésa es mi experiencia. Aunque a veces, indudablemente, duele.


lunes, 18 de agosto de 2014

Diálogos para besugos

He tenido grandes conversaciones en esta vida con gente muy interesante. Ese tipo de conversaciones que te hacen plantearte tu existencia entera y que te hacen maravillarte por la capacidad neuronal ajena. Sin juicios de valor, sin problemas, sin reproches, sin "yo te dije y tú me dijiste", esas cosas que tanto odio y que a veces son tristemente frecuentes cuando los años pesan más que el cariño.

Odio cuando las conversaciones se transforman en diálogos para besugos, en los que los conversadores están más interesados en "ganar" una supuesta diatriba. Cuando me encuentro en esa situación mi reacción natural es no responder. No creo que necesite jugar a ese juego que me parece tan sucio y tan vacío de significado. Lo considero, de hecho, poco honorable. Creo que, más bien, es infinitamente mejor entender al otro en lugar de lanzarse al reproche barato, porque para reprochar siempre hay tiempo pero para empatizar y comprender hay, aparentemente, contados instantes en esta vida. Qué pena, con las maravillosas conversaciones que se pueden llegar a tener cuando se abre el corazón a la comprensión.

domingo, 17 de agosto de 2014

Sonata para piano nº14 de Beethoven

La llamaron Claro de Luna o Luz de Luna después de que Beethoven la publicara. Beethoven la escribió estando enamorado, con el idioma de un hombre que escribe una carta usando la música como el lenguaje que le resulta más natural, el lenguaje con el que había conocido el amor de su Giulietta. Ella tenía 17 años, Beethoven estaba en la treintena.

Al cabo del tiempo, Giulietta se casó con un compositor amateur de ballets y Beethoven, aunque vio publicada su Luz de Luna, lloró amargamente la separación. Sin embargo, aquella carta de amor escrita en un pentagrama perduró como perduran todas las cosas hermosas de este mundo.


sábado, 16 de agosto de 2014

Aprendiendo a tejer

Nadie le dijo a la araña cómo aprender a tejer porque está en su naturaleza y en sus genes. Cuando lo necesita, teje su tela y ya está. En cambio yo necesito un tutorial en Youtube para hacer algo simple como tejer, pero no me molesta, asumo que no aprendí en su día a hacer punto y que, qué demonios, ahora me apetece aprender porque nunca es tarde si la dicha es buena. Además, es muy relajante contar puntos.

Igual que la araña nunca necesitó videotutoriales de señoritas muy duchas en labores del hogar, la mayor parte de los humanos no necesitamos vídeos de Youtube para hacer las cosas más normales de nuestra vida. Siempre se dice eso de "el cuerpo es sabio", "la naturaleza sabe lo que tiene que hacer", y sin embargo creemos que hemos olvidado los procesos que llevan naturalmente al cuerpo a cambiar de un estado x a un estado y. Me sorprendo a mí misma preguntándome cómo lo hacían nuestros antepasados, y en realidad la respuesta es que no hemos dejado de ser primates, así que cómo lo iban a hacer, pues por instinto. Lo que pasa es que hemos aprendido a no escuchar a nuestros instintos, nos empeñamos en hacer menos caso a nuestra memoria genética y por eso quizá haya llegado el momento de desaprender.

jueves, 14 de agosto de 2014

Despertar

Despertar un día y darse cuenta de que se ha estado soñando. Aunque los sueños son los que nos mueven, claro que sí, y que hay que aprender de las cosas con las que se sueña porque en ellas residen nuestros anhelos más profundos.

Y de pronto llega el día en el que se despierta y uno se da cuenta de que ha estado soñando. De que los días, los meses, las semanas, han estado pasando, y que todo ha sido un sueño. Que ahora queda vivir de verdad, tomar esos sueños y hacer con ellos lo que se necesite hacer. O no tomarlos en absoluto. Tomar las decisiones pertinentes, ya despiertos, y seguir viviendo. Y ya despierta, prometo seguir soñando porque los soñadores nos nutrimos de sueños.

Tan sólo déjame seguir soñando.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Tirarse al vacío

Está por todas partes, en todas las personas, en todas las situaciones. Tu amigo el miedo, mi amigo el miedo, su amigo el miedo, nuestro viejo amigo, el miedo. 

Estoy cansada de que asome su fea nariz, cansada de que cuando menos me lo espere vuelva a dar la murga con sus sermones, sus "no se puede", sus "es imposible". Hace ya tiempo que me di cuenta de que nosotros decidimos qué es posible y qué es imposible. Hace ya tiempo que animé a otros a tirarse al vacío y para dar ejemplo decidí tirarme yo misma al vacío. Intento hacerlo cada cierto tiempo, lo prometo, aunque es difícil dejar a mi viejo amigo el miedo en tierra y lanzarme a por mis sueños, por muy locos o imposibles que parezcan.

Quizá es cosa de la tierra, de la cultura que me inculcaron. Hace mucho, muchísimo tiempo, se dijo de la catedral de mi Sevilla natal eso de "Hagamos una iglesia tan grande que quienes la vieren acabada nos tomaran por locos". Quiero que me tomen por loca cada vez que me tire al vacío con alguna de mis ideas. Porque sé que lo peor que me puede pasar es que fracase. Pero lo mejor, oh, lo mejor siempre está por llegar, y a veces, de hecho muchas veces, lo mejor es el regalo que te espera cuando te lanzas al vacío, persiguiendo un sueño.

sábado, 9 de agosto de 2014

¿Qué decir?

Me pregunto qué decir ante la incesante necesidad de decir monerías ante los amigos de mamá, de papá, de la vecina del quinto y hasta del gato. Por qué no puede un niño tan sólo ser introvertido y presentarse con una mirada. Por qué tenemos que dar besos, ser tocados, preguntados y hasta juzgados como "poco graciosos" si no contestamos algo divertido.

¿Qué decir ante esa clase de extrovertido que llega ante tu burbuja y la hace explotar en mil pedazos? Los que hablan y hablan y no saben disfrutar del silencio. Inmersos en sus propios temas de conversación, empeñados en compartir cosas que están fuera de sus mentes en lugar de dentro de ellas. Esos monólogos que no aportan nada porque no nacen de una reflexión profunda de esas cosas que están fuera, sino que son un pavonear de conocimientos vacíos. Y externos.

Normalmente saludo y escucho estoicamente hasta que se me hinchan las pelotas y cambio disimuladamente de tema para no decir eso de "la verdad, me importa un culo lo que me estás contando". Así que sonrío y cambio de tema, a veces con más arte, otras con menos. También me mantengo locuaz, o lo intento (a algunos, el uso de la función fática con un "aham" cada cierto tiempo les da una cierta sensación de que están siendo escuchados, mientras tu introvertida mente viaja a lugares más felices). Así lo aprendí cuando era una pequeña introvertida y me obligaban a besar a la gente, a saludar y a recibir molestos pellizcos en el cuello.

Así que me enseñaron a disimular mi introversión con una fingida extroversión, porque la extroversión está de moda. Los espacios abiertos en los lugares de trabajo, por ejemplo, son un clarísimo ejemplo de ello. Para los extrovertidos es la bomba, para los introvertidos es la peste bubónica del pensamiento creativo. Pero ellos sabrán. El mundo necesita a los introvertidos también, aunque algunos hayamos aprendido a camuflarnos como los camaleones.


Procrastinación

Hay quien procrastina con videojuegos, con hobbies o con profesiones.

Hay quien procrastina con relaciones. Eso hoy día se llama monogamia seriada.

Y yo me pregunto, ¿desde cuándo opté por la monogamia dura, de la vieja escuela, yo que vagué de cama en cama?

Parece que no soy la única en preguntárselo, a juzgar por esta canción.


jueves, 7 de agosto de 2014

Lo que de verdad importa

Y en cuestión de tres minutos, todo cambia.

Ser perfecta no es una prioridad. Tampoco conseguir metas. Tampoco si esto engorda o no engorda.

Y descubres lo que de verdad importa.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Peces pescados

Encuentro relajante limpiar pescado. Esa tarea que mi abuela hacía día tras día, empeñada en que comiéramos bien. Pasé mucho tiempo sin comer pescado fresco en casa cuando me independicé, con 25 años, y hace unos años que volví al pescado de pescadería de toda la vida, no a la bazofia que te venden congelada. Yo no sabía limpiar pescado pero Youtube todo lo puede y todo lo enseña, así que tras verme dos o tres vídeos ejecuté mi primer intento. Con una dorada, para que viera bien todas las tripas. No fue muy agradable la primera vez y el pescado se me escurría, pero poco a poco, como buena aprendiz de sushi, me vinieron a la memoria esos mediodías de preparar la comida, observando a mi abuela pacientemente limpiar todo el pescado. No la entendía entonces porque nuestros mayores son siempre los grandes incomprendidos, pero la entiendo ahora.

Hace unos años cogía el autobús para ir a trabajar y me preguntaba tras mi cristal si no era un pez en una pecera en mitad de una ciudad vasta y gris, un decorado artificial de sonrisas Profident. Los peces de ciudad no somos auténticos, pero los peces de verdad sí lo son. Por eso se escurren entre las manos, por eso cuando los abres muestran lo que realmente son, carne, sangre y huesos, bueno, espinas.

Así que cuando limpio pescado veo autenticidad pero también veo sacrificio. Ya que ha muerto, haré que su muerte no haya sido en vano. No habrá padres peces que digan eso de "un padre nunca debería enterrar a su hijo", ni nietos que lloren la muerte por captura de red del abuelo-pez de la familia, pero habrá una humana que limpiará ese pescado con cariño y recordará su sacrificio. Y encontrará su lugar en el ciclo de la vida.

Al final de la historia, seguimos siendo depredadores. Los más patéticos del sistema, porque no tenemos garras, ni picos, ni somos rápidos, ni silenciosos, ni ágiles. Pero depredadores al fin y al cabo. Nuestros cuerpos no se han hecho para comer plástico, que es lo que hoy en día comemos mayormente. Quizá esto explique por qué tras tantos años me he reconciliado con la comida, porque por una vez veo lo que me como, entiendo lo que supone para esa criatura o vegetal, y acepto su sacrificio como una forma de honrarla y honrarme. 

martes, 5 de agosto de 2014

Palabras

De qué sirven las palabras, de qué sirven las promesas, los adioses, los holas, las necedades que nos decimos.

Si lo más importante es lo que no se dice.


Sé que dices que no debería quererte,
ni tampoco decírtelo.
Pero si no lo dijera, aun así lo sentiría,
¿qué sentido tiene?

Te prometo que no estoy intentando hacer tu vida más difícil,
o volver al punto en el que estábamos.

Me hundiré con este barco,
no levantaré las manos para rendirme,
no habrá bandera blanca sobre mi puerta,
estoy enamorada y siempre lo estaré.

Sé que a mi paso dejé demasiado caos y
destrucción para poder volver.
Y que no he causado más que problemas,
entiendo que no quieras hablarme más.
Y si vives por la regla del "se acabó",
estoy segura de que tiene todo el sentido.

Me hundiré con este barco,
no levantaré las manos para rendirme,
no habrá bandera blanca sobre mi puerta,
estoy enamorada y siempre lo estaré.

Y cuando nos encontremos,
que estoy segura de que lo haremos,
todo lo que hubo
seguirá estando ahí.
Yo lo dejaré pasar y me morderé la lengua,
y tú pensarás que lo he superado.

Me hundiré con este barco,
no levantaré las manos para rendirme,
no habrá bandera blanca sobre mi puerta,
estoy enamorada y siempre lo estaré.

sábado, 2 de agosto de 2014

Sólo un trozo

Hay un trozo de mí que escondo por si no te gustara. Me gusta pensar que es el lado oscuro, aunque de ese lado oscuro muchas veces viene una gran luz. Esa luz que te gusta tanto y que a veces siento que quieran robarme, tener por un instante para convertirse en mí, en la chica que convierte en oro todo lo que toca, aunque sólo sea un espejismo. Es un cuásar gigante, un tremendo agujero negro que dependiendo de cómo se vea puede iluminar el cielo entero mientras devora universos.

En tu pequeño balcón a las estrellas pides un trozo de ese cuásar. Y no entiendes que puede destruirte, que puede que no te guste que te absorba y te desgaste. Es por eso que me sitúo a años luz de ti, aunque me veas a simple vista. Lejanamente cercana, soy una presencia en mitad de tu cielo, al que alzas la vista. Y mientras tanto, pides un trozo de mí, un trozo de algo que no puedo darte. No puedo darte más que el espectáculo de devorar universos mientras hago saltar chispas de gases que friccionan y brillan. Te hago ver lo brillante para que no veas lo que hay dentro. Un monstruoso agujero negro al que sólo mantiene a raya la esperanza.

jueves, 31 de julio de 2014

Y vuelvo a encender una vela

Enciendo una vela, una vela para el ánimo, para la fuerza, para el amor, para los nuevos proyectos.

Enciendo una vela y rezo a una mujer de tez pálida y cabello besado por el fuego. Una mujer antigua, que quizá existiera una vez y que seguro que supo mucho de yunques y martillos. Una mujer cuya mirada está hecha de llamaradas tan verdes como su manto, sobre el que crece la hierba. De sus pechos brota leche y en su vestido pacen las ovejas.

Suya es la tribu de la gente pequeña, los heraldos de los vientos de cambio y las artes. Suyo es el ámbito del que no conoce el miedo, suya es la fuente de todas las lágrimas cuando la vida se acaba, suya la vida que se inicia. Lleva los brazos pintados de añil, pinturas de guerra, pinturas de parto.

Enciendo una vela y pronuncio su nombre, que sale de mi boca como una saeta en llamas. Excelsa.


domingo, 27 de julio de 2014

Incertidumbre

La incertidumbre es la sal de la vida, al fin y al cabo.

Me repito constantemente que debo aprender a lidiar con ella para no morir de un ataque de nervios, pero es más fuerte que yo. He probado todos los remedios naturales habidos y por haber para calmar mis ansias de certeza y predictibilidad (qué palabra más difícil), pero a estas alturas ya no se me cura ni con 5 horas seguidas de Yoga.

Me digo que debo aprender a fluir por ella como el agua, pero mi instinto primario es dar un golpe en la mesa y solucionar las cosas de una vez por todas. No me hicieron para contemplar posibilidades y riesgos como el que ve llover, me criaron para solucionar problemas a la velocidad del rayo. Y ay del pobre que se quede atrás.

Y a la vez disfruto de este momento que hace mi vida interesante. Por algo en el Tarot la Luna va seguida del Sol.


viernes, 25 de julio de 2014

Enamorada del amor

Hace unos años me perfilaba como lo menos romántico del universo. Para mí, follar era follar, no hacer el amor, y dejémonos de cursiladas como San Valentín y demás.

Ahora me declaro enamorada del amor. Enamorada de enamorarme una y otra vez, de volver a sentir mariposas en el estómago y de echar de menos cuando la persona amada no está. Enamorada de la sensación de ir sobre una nube y enamorada de los proyectos con otra persona. Enamorada de la profundidad que adquiere la soledad cuando se está enamorada, cuando en medio de tu ensoñación solitaria puedes dejar libre la imaginación. Enamorada de las palabras de amor, las flores y los bombones. Enamorada de las dietas para estar guapa para tu amor. Enamorada de la vida y de la aventura. Enamorada hasta de los suspiros.

miércoles, 23 de julio de 2014

Y yo que pensaba...

Y yo que pensaba que con 15 años había tenido todo lo que se despachaba en cuanto a líbido. Cuando vi que aquello empezaba a decaer, alrededor de los 22, me dije "bueno, pues ya está, ya soy como las demás".

Hasta que cumplí los 30. Madre mía. No sé si es que empiezo a estar más a gusto en propia piel o qué me pasa. No sé si es la experiencia. No sé si es empezar a darme cuenta de qué es un hombre de verdad. No sé. Sólo sé que este verano necesito un ventilador a cada lado.


PD: No es que me guste mucho la canción, pero expresa muy bien cómo me siento.

lunes, 21 de julio de 2014

¿Qué hay tras la máscara?

Miedo. Verdad. Vulnerabilidad. Secretos. Vergüenza. Venganza. Amor. Odio. Empatía. Miles de decisiones tomadas en un segundo. Razones. Motivaciones. Identidades. Vida. Euforia. Poder. Filosofía. Pensamiento profundo. Ganas de progresar. Ideales. Mitos. Significados ocultos. Misterio. Diversión. Palabras, muchas palabras. Cosas que jamás pueden olvidarse. Rencor. Ira. Desidia. Aburrimiento. Un tigre dando vueltas en una jaula. Un terremoto. Un tornado. Una tormenta. Oz. Zapatos bonitos. El color verde.

domingo, 20 de julio de 2014

sábado, 19 de julio de 2014

Silencio

Tras las bombas y los cañones qué agradable resulta el silencio. El mismo que tienes cuando haces la siesta, cuando te permites esos pequeños lujos que nunca, jamás, te permites. Oh, el silencio roto por los pájaros piando en una tarde de verano, el del susurrar del viento. La tranquilidad de las palabras no dichas, el solaz de la vida apacible. Qué silencio el de mi mente, qué silencio a mi alrededor, qué silencio el de mis dedos en el teclado, el de los árboles meciéndose, el de mi cuerpo desnudo. Es el silencio en el que oigo mi propia respiración, y resulta tan terapéutico...

Boom

Entonces llegaron los cañones, la bomba atómica, el fin de los días.

Y hubo victoria.


miércoles, 16 de julio de 2014

Lo que nunca fue

Por todas esas decisiones que nunca tomamos.

Por todos esos caminos que no se trazaron.

Por todas las puertas que se cerraron.

Por todas las elecciones que rechazamos.

Por todos esos trenes que nunca cogimos.

Por todos los consejos que desoímos.

Por todo eso, hay un incontable número de universos paralelos en los que todas esas contingencias tuvieron lugar.


martes, 15 de julio de 2014

La cuestión del refinamiento

Cuando era pequeña tenía especial relación con una tía abuela mía que era, digámoslo así, bastante repipi. Le gustaban los modales, los cubiertos bien puestos en la mesa y que habláramos bajito. Como persona puedo tener muchas opiniones de mi tía, pero como especialista en modales y protocolo me encantaba. Sabía para qué se usaban todos los cubiertos y cortar la fruta sin mancharse. De ella aprendí muchos de los modales que tengo hoy. Sin embargo, no soy el mejor ejemplo de modales refinados, o no manejo a la perfección el protocolo, ése que te hace ser refinado. Me crié en un barrio pobre, y por mucha pasta gansa que tuviera mi tía, en mi casa se desmenuzaba el pescado con los dedos y la fruta se pelaba a mano. Para terminar de redondear la faena vino la adolescencia, en la cual marcas tu territorio como puedes y a veces es mediante los malos modales, y con ella los novios que piensan que para ser guay hay que gritar, chuparse los dedos en vez de usar la servilleta y decir cualquier burrada con tal de sentirse especiales. Aprendí también eso igual que aprendí de mi tía.

Así que cuando hoy me dicen que hablo fina, o que tengo buenos modales, me río. Me parece tremendamente divertido esa noción o esa apariencia, cuando me considero a mí misma un camionero vestido de rosa. También me alegro al pensar que tengo lo mejor de los dos mundos.

domingo, 13 de julio de 2014

Ese sonido...

Es ensordecedor y está a todas horas. No puedo hacer que pare. Lo siento en toda mi caja torácica y me martillea los tímpanos. Me llega a las sienes. Me retumba en las piernas y hace que me tiemblen. Me deja la lengua tonta y hace que me salgan callos en las yemas de los dedos.

No puedo hacer que pare.

Es más dulce que el cielo y más caliente que el infierno.


Hay un ruido de tambores dentro de mi cabeza
Que comienza cuando estás cerca
Juraría que puedes oírlo
Hace un sonido todopoderoso

Hay un ruido de tambores dentro de mi cabeza
Que me tira al suelo
Juraría que debes oírlo

Hace un sonido todopoderoso

Más ruidoso que las sirenas
Más ruidoso que las campanas
Más dulce que el paraíso
Y más caliente que el infierno

viernes, 11 de julio de 2014

Vulnerable

Ser fuerte. Sonreír. Salir adelante. Todo eso está muy bien, hasta que un día necesitas sentirte vulnerable. Ese día en el que quieres ser recogido o recogida en vez de recoger a otros, el día en el que necesitas que te abracen, te escuchen y te hagan caso. Ese el día en el que sientes que te has caído y que tienes que levantarte, pero que tú solo no puedes, que necesitas una mano amiga y que no importa el orgullo, que para eso el ser humano es gregario: para servirte de la comunidad en momentos de necesidad o vulnerabilidad.


jueves, 10 de julio de 2014

Es deseo

Abro los ojos a la luz del día. Soy una maraña de pelo envuelta en sábanas y en tus piernas. Me giro hacia ti y noto tu respiración tranquila, sigues dormido. Te despierto suavemente, quiero disfrutar del primer momento de mi día con mi nariz pegada a tu espalda. Me embriaga tu olor, hueles a sudor de noche de verano, a dormido, a suavizante para la ropa y a cereales de desayuno con miel. Sonrío al pensar que los expertos en marketing de los desodorantes para hombre la pifian conmigo tan estrepitosamente, porque son esos olores tan cotidianos los que despiertan mi líbido y por eso paso de rozar la nariz por tu espalda a llenártela de besitos pequeños. 

Miro el reloj furtivamente y pienso "5 minutos más", y así continúo mi ritual matutino mientras te levanto discretamente la camiseta y paso mis manos por tu piel. Una piel que devoraría como un caníbal, llena de un deseo inmenso que me convierte en una arteria pulsando en la garganta y en una mente que ya no racionaliza, sino que sólo piensa en una cosa. No hay lugar para el amor cuando se trata de tu piel, hay sólo deseo.


miércoles, 9 de julio de 2014

Introversión - Intuición - Sentimiento - Calificación

Si escucho, no es porque de primeras me interese. Se llama sentido de la amabilidad.

Si me muestro próxima sin conocerte, no es porque sea tu amiga. Se llama necesidad de armonía.

Si me abro, no significa que esté lista para ir más allá. Se llama ganancia paulatina (y lenta) de confianza.

Si estoy mucho tiempo sin hablar, no es que esté enfadada. Se llama introversión.

Si sonrío siempre, no es que sea necesariamente feliz. Se llama sentido de la propia intimidad.

Si me echo hacia atrás, no es que esté jugando contigo. Se llama recuperación de espacio vital.

Si sonrío pero me retiro, no es que esté de acuerdo con lo que has dicho. Se llama sanación de sentimientos heridos.

Si me increpas porque me retiro y me retraigo más, no es que me enfade. Se llama necesidad de analizar internamente mis propios sentimientos.

Si me enfado por la utilización de lenguaje inadecuado, no es que tenga un problema contigo. Se llama sentido de lo apropiado.

Si voy por mi cuenta, no es que considere que lo haces mal. Se llama independencia.

Si me asusto porque has excedido mi nivel de confianza permitido, no es que tenga un problema contigo. Se llama respeto por los acuerdos interpersonales.

Si paso mucho tiempo sin hacerte caso, no es porque no te tenga aprecio. Se llama necesidad de estar solo.

Si planifico mucho, no es que sea cuadriculada. Se llama necesidad de certidumbre.

Si te parezco muy compleja, no es que sea una maniática. Se llama INFJ.

INFJ:
¿Que por qué estoy tan callado? 
Si quieres saberlo, estoy ocupado observando los oscuros secretos de tu alma... y tomando notas.

Libertas

Una amiga me dijo hace un año que estaba pasando por un momento de una grandísima libertad y es verdad, me siento libre y me siento bien por ello. Por supuesto, hay quehacer autoimpuesto porque en esta vida siempre lo hay, pero incluso con eso tengo la libertad suficiente como para decidir qué hacer y qué no hacer desde hace aproximadamente un par de años. Supongo que esto se llama ser adulto.

Estaba analizando mi sentimiento de libertad y de pronto me ha venido a la cabeza un comentario de Historia del Arte del instituto (qué buena era aquella profesora, 14 años después todavía me acuerdo de sus clases). Estábamos analizando "La libertad guiando al pueblo" de Delacroix, ella explicaba la composición, el contraluz, las torres de París, etc. Y como google lo sabe todo, pensando en mi propia libertad decidí buscar el cuadro en google imágenes y reencontrarme con él tras no sé cuántos años sin verlo.

Y ahora me encuentro pensando en los heridos (o más bien fallecidos) que aparecen en la parte baja del cuadro, sobre los cuales están el resto de los personajes, incluyendo la libertad. Y me pregunto si en algún momento tuve que pisotear a alguien para ser así de libre, igual que esa libertad francesa, con su estampa heroica, sus pechos al aire y su bandera.


Abrázame

Abrázame, nunca me dejes,
conóceme, nunca me creas,
quédate, pero no demasiado cerca,
déjame, déjame sola,
pero nunca me dejes ir.

Muéstrame, nunca me des lecciones,
tócame, no intentes alcanzarme,
abrázame, pero no me aprisiones,
cariño, nunca me dejes entrar.

Y no me dejes ganar,
porque me entrego a ti,
sí, me libero ante ti,
creo en ti y en mí,
y nunca digas que tú también.

Ámame, intenta no necesitarme,
necesítame, pero no demasiado,
siéntete libre, pero nunca me dejes,
entrégate, nunca me dejes,
nunca me dejes ganar.

Abrázame, nunca me dejes,
pregúntame, pero nunca me cuestiones,
sálvame, no renuncies a mí,
llámame, pero nunca digas mi nombre.

Debes saber qué hacer,
porque me entrego a ti,
sí, me libero ante ti,
creo en ti y en mí,
y nunca digas que tú también.

No me dejes ganar,
tan sólo abrázame.


martes, 8 de julio de 2014

¿Me querrás?

Cuando la vida no me sonría, cuando veinticinco tipos de hormonas compitan por mi torrente sanguíneo, cuando se me caiga el pecho y la barriga se me llene de estrías, cuando sea madre y ya no una ejecutiva agresiva, cuando quiera dedicarme únicamente a mis sueños aun en contra tuya, cuando me tire pedos en el sofá, cuando mi ira asuste a los mismos dioses, cuando me levante por la mañana con mis rizos en una maraña, cuando se me caiga el maquillaje, cuando se apaguen las luces, cuando me lleve la locura de la ilusión, cuando me veas depilarme las piernas, cuando necesite estar sola y rehuya tu contacto, cuando no me apetezca salir, cuando quiera hablar contigo a las cuatro de la mañana, cuando el glamour se vaya, cuando las cosas no vayan bien, cuando esté tan enferma que no me pueda mover, cuando sea vulnerable, cuando el deseo se me haga tan inaguantable que acabe pagándolo contigo, cuando yo misma me odie porque he hecho algo mal, cuando te defraude, cuando tú me defraudes a mí, cuando me sienta insegura, cuando me duela el alma, cuando mi lengua se vuelva tan viperina que las serpientes tengan envidia,  cuando no sepa la respuesta a tus preguntas, cuando descubras que soy tan humana como tú...

Cuando todo esto pase, ¿me querrás? ¿Amarás a mi lado oscuro? ¿Amarás mi senectud y mis carnes flácidas? ¿Amarás mi lado más torpe, estúpido e infantil? ¿Amarás mi ira, mis miedos? ¿Seguirás queriendo estar conmigo cuando sea lo menos cercano a tu mujer ideal? ¿Seguirás inmerso en la locura del amor, aunque duela?


lunes, 7 de julio de 2014

Midas

Dices que convierto en oro todo lo que toco porque pongo el corazón en todo lo que hago, pero no quiero ser como el Rey Midas. Aparte de que la afirmación no es cierta, sobre todo, no quiero que sea así contigo. Tu cuerpo es de carne y sangre, de vísceras y huesos, de pensamientos y emociones, pero parece de mármol blanco, me recuerda al David, ilustre inquilino de la Galería de la Academia. Insistes en que tienes defectos. Lo siento, te digo, eso no lo veo al contemplar extasiada la perfección de tus proporciones. Ya eres perfecto, ya eres maravilloso, por dentro y por fuera. No necesitas convertirte en oro porque ya eres una joya. Y te quiero.


domingo, 6 de julio de 2014

Vendedores de ataúdes

De algo hay que morir.

De diabetes, de un ataque al corazón, de mal de amores, de delirium tremens, de soledad, de un fallo hepático, de un ictus, de gripe, de dengue, de una flebitis, de cólera, de peste bubónica, de hambre, de parto, de cáncer, de depresión, de un tiro en la nuca...

De dulzura, de alegría, de amor, de fiesta, de compañía, de exceso de energía, de querer olvidar, de cualquier cosa, de una picadura, de ser demasiado callado, de ser pobre, de ser pío, de querer ser perfecto, de vida, de tomarse las injusticias a pecho, de pensar, de luchar por tus ideales...

La vida implica el riesgo de morir. Aquí todos somos vendedores de ataúdes. Sin excepción.


Lo que pasa cuando vuelas

Hay muchas formas de ir por esta vida y casi siempre vamos pasando de una a otra. Puedes ir con el viento de cara o a la espalda, puedes ir andando, corriendo o volando, y estados intermedios.

Últimamente siento que vuelo. Lo que pasa cuando vuelas es que ya no quieres volver a caminar ni a correr, sólo volar. El vuelo se convierte en adictivo, incluyendo ver las cosas desde lejos, ver las circunstancias completas y no el detalle. El paisaje adquiere nuevos matices, como ver Sierra Nevada desde el Mediterráneo y darte cuenta de lo indecentemente hermosa y enorme que es.

A veces echo de menos caminar, que no correr (como diría mi padre, correr es de cobardes), y ver a mi alrededor las flores, llenarme los pies de barro y seguir el desarrollo completo que me llevó a estar como estoy, no importa lo jodido que fuera porque lo volvería a hacer. Pero luego me doy cuenta de lo bien que estoy y no quiero que esto se acabe, no quiero aterrizar. Aunque sé que tarde o temprano tendré que hacerlo porque todo en esta vida tiene un final. Seguimos estando en un paraíso prestado, y por eso mismo se tiene miedo a un aterrizaje de emergencia.

Al menos cuando estás en el suelo ya no puedes seguir cayendo. Mientras tanto, qué hermoso es el mundo cuando se lo ve desde las alturas.

jueves, 3 de julio de 2014

Cuatro quintas

Hay cuatro quintas que me salvan la vida. Cuatro quintas por las que toda la armonía de este mundo tiene sentido. El puñetero número áureo del sonido.

Y las cuatro son mías.


miércoles, 2 de julio de 2014

En la biblioteca de los libros que nunca se escribieron

Hoy he vuelto a dejar una obra mía en la biblioteca de los libros que nunca llegaron a escribirse. Ésa que está sólo en el país del Señor del Sueño, donde hay un bibliotecario que viste un traje polvoriento y un cuervo que habla porque antaño fuera un hombre.

Como siempre, otra obra cumbre de mi mundo interior que queda disponible para soñadores de todas las nacionalidades, con argumento cambiante para todos los gustos y traducido a todos los idiomas hablados y por hablar. Qué fácil parece para este cerebro mío hacer historias de la nada, entregarlas en mitad de la noche y luego hacerlas desaparecer en un simple abrir y cerrar de ojos: el de mi primer pestañeo al levantarme por la mañana. No soy la única, porque ya sabemos que la biblioteca de los libros que nunca llegaron a escribirse está llena de primeras ediciones de grandes autores como Shakespeare, Cervantes, Pío Baroja, tú y yo. Volúmenes que cogen polvo en estanterías hasta que los pide prestados el bibliotecario de las gafas de aumento y el traje pasado de moda (aunque no para el sueño),  un soñador que se acerca por allí o el Señor del Sueño mismo. El préstamo dura tan sólo una noche, el tiempo que tarda otro soñador en escribir otra gran obra que en realidad nunca ha llegado a escribirse.

Cuánto daño me ha hecho Neil Gaiman, que ahora cuando sueño que escribo un libro siempre acabo entregándolo directamente en la biblioteca de los libros que nunca se escribieron.


martes, 1 de julio de 2014

Nieve en el desierto

Máscaras. Cáscaras. Muros. Protecciones. Quitamiedos. Capas. Cebollas.

Cuántas veces me he sentido subida en una encimera y vapuleada para que muestre lo que hay debajo de mi piel blanca. Cuántas veces he rechazado ser parte del sofrito. No soy una cebolla cortada, soy una cebolla completa con todas mis capas. Dejo que me las quite quien quiero que me las quite, con años, con paciencia, con cariño. No soy una Roma que se consigue en un día ni en dos. Ya no.

Soy una cebolla completa y completa quiero seguir estando. Me he prometido que completa, con todas mis capas, estaré siempre, hasta el día que me muera. De lo contrario habrá lágrimas, y no seré yo quien las llore. Y no de cocodrilo, lágrimas de verdad. Y cuantas más lágrimas haya, más picarán los ojos porque así somos las cebollas cuando no se nos toma tal y como somos y cuando se nos quiere "cortar" con determinado patrón. No importa cuántas maquinitas se tenga para cortarnos, siempre haremos llorar si no nos dejan ser como somos.

Toda mi vida me rebelaré a ser parte de ese mejunje de calificaciones y clasificaciones de la sociedad, a todos esos patrones. A veces seré una santa, a veces seré lo que empieza por P. Unas veces seré una madre, otras una hija, otras veces una maestra, tu ángel y tu peor enemigo. 

Soy una cebolla. Soy imposible. Soy lo que existe sólo en tu imaginación. Soy lo que escapa a toda la lógica. Soy tú. Soy yo. Soy nieve en el desierto.

domingo, 29 de junio de 2014

Oportunidades

Perseguimos un sueño y nos lanzamos a la deriva, yo detrás de ti y tú detrás de mí, los dos a la vez, porque poco importa quién vaya primero. Tú no querías salir a ninguna parte, yo quería comerme el mundo, y así, como siempre, nos equilibramos entre nosotros mismos como suele pasar en nuestro peculiar sistema.

Han pasado varios años desde que dimos el paso. Y juntos y a la vez cada uno por su lado, hemos caminado nuestros senderos. Tú has encontrado una profesión, yo he encontrado una vocación. Fueron lujos que no nos pudimos permitir cuando éramos "jóvenes", y qué tontos fuimos al creernos más mayores de lo que en realidad éramos, si en realidad ambos siempre quisimos seguir soñando y aprendiendo y para eso nunca se es mayor. Pero aquí estamos. Han pasado cuatro años desde aquel paso y hemos sobrevivido. No. Hemos remontado, hemos aprendido, hemos madurado y sobre todo hemos estado siempre juntos. Ha habido momentos duros. Si cierro los ojos todavía me acuerdo del día de la elección más difícil de nuestras vidas: una bandeja de filetes o un paquete de arroz, leche y huevos. Todo eso también pasó y está ahí para darnos cuenta de que lo que perdimos, en realidad, nos sirvió para ganar.

De todo se extrae una enseñanza y hoy tenemos por delante el más hermoso y brillante de los futuros. Somos afortunados, compañero. Esa suerte que nos ampara porque nosotros nos la buscamos. Quiero que estés muy orgulloso de lo que has hecho, del tremendo esfuerzo que hemos realizado juntos en los últimos años, porque es para estarlo. Quiero que recuerdes con cariño las noches en vela, porque yo siempre recordaré hacerte café y darte ánimos cuando todo parecía ir cuesta arriba, igual que yo recordaré con cariño mi primera oportunidad de verdad en esta jungla de leds desacompasados, y cómo estuviste ahí para tranquilizarme y recordarme que, pasara lo que pasara, siempre caería de pie.

Cuando todo esto pase nos iremos de vacaciones de verdad en siete años, por las oportunidades que no desaprovechamos. Por nosotros. Seguiremos soñando y creando, porque nada es comparable a saberte merecedor de tus sueños.

Como la falsa moneda

Ay de esas noches embriagados de sudor, de almizcle y de deseo. Ay de los secretos que guardé, de las fantasías que nunca conté fuera de nuestro reducto de cuatro esquinas, de la vida que puse a merced de un desconocido al que creía conocer. Ay de las falsas monedas que saborearon la ilusoria felicidad de la libertad en una cárcel del pensamiento.

Esta falsa moneda ha encontrado su propio reducto de cuatro esquinas, ha contado todos sus secretos y ha puesto su vida a merced de un desconocido al que cree que conoce sólo a ratos. Los otros ratos deja que la sorprendan y le gusta que sea así. Esta falsa moneda ha dejado de ir de mano en mano, hace mucho tiempo que dejó de hacerlo, ha dejado de ser falsa moneda para ser sencillamente mujer. Brilla al sol sin dejar de embriagarse de sudor, de almizcle y de deseo. Siente y vive, y se alimenta del verde de tus ojos.

sábado, 28 de junio de 2014

Desnuda el alma

Vestido el cuerpo, mas desnuda por dentro, la vida sigue, el tiempo pasa, me embriaga el fluir de mis propios pensamientos. Se llenan de manzanas fragantes y de seres que reptan, de ésos que para mí tienen más valor que los habitantes del cielo con sus cientos de trompetas y sus ejércitos de llamas.

Desnuda el alma, encuentro bolsillos en los que meter trocitos de esos pensamientos, que pesan como piedras en el río de mi propio discurrir. Me sumerjo en el río y sólo oigo el latir de mi propio corazón. No hay pájaros que salgan en esta tarde de verano, demasiado calurosa para jugar al sol. Oscuridad interior en plena estación de la luz. Sólo quiero escuchar ese corazón latiendo y ese río interior que suena, disfrutando el momento en el que agua se desborda y los pensamientos pesan, y me hundo, me hundo en esa sensación de ser mente, en esa sensación de escuchar el río de mi cabeza cantando y mi corazón batiendo como un bodhrán que repiquetea.

Oscuro mi interior donde discurre el río de los sueños.

viernes, 27 de junio de 2014

91

Pensé que quería una vida para ser vivida y no para observarla como el que contempla un programa de televisión, y así lo hice. Y así te lo dije esta mañana, hablando de naderías, dos conocidas que se llaman mutuamente guapa, una en la posición ahora de la otra.

A veces uno pierde pie pero en realidad es para echar a volar. Da vértigo, ya lo sé. Debe dárselo también al pollo cuando sale del nido para convertirse en pájaro. La libertad es un regalo y tiene un precio, "¿quién es el cordero y quién el cuchillo?", que dice la canción. Es difícil, ya lo sé, y doloroso. Pero cuando te acostumbras es la droga más sublime, la de poder continuar por tu camino bajo tu propia responsabilidad, la de poder centrarte en ser feliz porque es de lo que se trata todo esto.

Me sonríes con tu sonrisa perfecta, enmarcada en un rubio perfecto. Eres demasiado hermosa para vivir triste, pienso, sólo que todavía no te has dado cuenta, aunque me alegra que por fin te hayas percatado de que puedes dar carpetazo a todo lo que te asusta. Es un comienzo que te sepas poseedora de un futuro tan prometedor y dorado como los bucles que te adornan. No eres mi amiga, y sin embargo me regocijo en tu descubrimiento, me enorgullece y me hace sonreír. Chapurreas algo en español y vuelvo a mi mesa, con una boca que se enjoya de dientes más de lo habitual. Me has alegrado el día.

jueves, 26 de junio de 2014

No voy a salvar el mundo

Ese sol... ese sol que se me esconde entre nubes y entre edificios. Ese sol hoy acaricia mi piel mientras camino, demasiado cansada para acompañar mis pasos con música siquiera.

Mis bailarinas blancas se deslizan por el asfalto, un señor mayor en un coche de joven decide que no va a parar en un paso de cebra y me detengo, consciente de mi propia vida por un momento. Es extraño que seamos conscientes de nuestra vida un momento para luego olvidar lo importante que es el resto del tiempo. Interesante cómo un coche a toda velocidad nos resulte peligroso, mientras que un estado de estrés constante no nos parezca una amenaza.

Ironías de la vida, porque hay cosas que nos matan lentamente como esa sensación de estrés, la comida basura, el tabaco y mil y una cosas más. Que de algo hay que morir, pues claro. Pero no de tristeza, o estrés, o culpabilidad. Morir de alegría, o de diversión, o de cariño, morir sabiendo que has vivido, eso es lo que me importa.

No voy a salvar el mundo con cinco minutos más. El correo electrónico puede esperar, así que salgo hacia ese sol que hoy ha salido a decirme hola, al paso de cebra que espera pacientemente a que un día lo repinten, al señor mayor del coche de joven y hacia el hogar, donde puede que no salve el mundo pero seguro que yo encontraré mi propia salvación.

martes, 24 de junio de 2014

Acrónimos placenteros

Era pequeña, tendría 5 ó 6 años. Creo que 5, de hecho. Era mi fiesta de cumpleaños y mi prima vino a casa a jugar y a comer tarta. Yo tenía un juego de médicos porque quería ser pediatra de mayor, y mientras me entretenía jugando yo sola, mi prima, que momentáneamente tuvo otras inquietudes y abandonó el juego, se fue a curiosear una goma que había por allí por casa. La goma era alargada, como si fuera un lápiz, y llevaba un capuchón de plástico duro y transparente con purpurina para protegerla.

En aquel momento, mientras veía a mi prima curiosear la purpurina del plástico protector y mirar las formas que dejaban los pequeños puntitos brillantes, tuve una sensación placentera en la cabeza que ahora sé que tiene nombre y se llama ASMR (en inglés) o RSMA en español, es decir "Respuesta sensorial meridiana autónoma". El nombre ni siquiera es oficial, es un nombre que le han puesto quienes lo sienten.

Mi prima seguía mirando la goma y una yo muy diminuta disfrutaba pensando "¡no dejes de tocar la goma! ¡Sigue mirándola! ¡Sigue curioseándola!". La sensación era muy diferente a lo que mi yo infantil había experimentado hasta ese momento: era un cosquilleo placentero, que me recorría desde la coronilla hasta prácticamente los brazos, seguido de una sensación de paz y tranquilidad absolutas. Mi prima continuaba absorta y yo, con mi jeringuilla de juguete en la mano, más absorta todavía.

Cuando acabó mi fiesta de cumpleaños se lo conté a mi madre. Me dijo que eran los celos, que me había puesto celosa de que mi prima estuviera tocando mis cosas. A día de hoy no sé qué tiene que ver tener una respuesta fisiológica bastante evidente (para mí) con estar celoso, pero yo era una niña y mi madre lo sabía todo, así que acepté la explicación y desde entonces fueron los "celitos de la cabeza". Así que cuando alguien tocaba mis cosas, sólo a veces, volvía a sentir el RSMA y sencillamente me dislocaba.

Con los años volví a compartir lo que sentía, pues no lo hice antes debido a la explicación de que eran "celos", y claro, sentir celos está mal visto así que tener sensaciones placenteras a partir de sentir celos es una cosa muy fea. Compartí la sensación con amigos, con amigas, con novios, con abuelas y nadie sentía lo mismo. Mi abuela me dijo un día que a ella le daba mucho gusto que le tocaran la cabeza en la peluquería, y me consta que la mujer se esforzó en entender qué era lo que yo experimentaba, pero la sensación no se parece en absoluto. El RSMA no es una caricia, ni el "gustito" de un masaje. Es algo mucho mejor y, curiosamente, se da en situaciones bastante más normales y corrientes que dándote un masaje.

Es muy difícil explicar lo que es. Es como si se te erizaran todos los pelos de la cabeza, luego los del cogote, hasta irradiar prácticamente a los brazos. El sentimiento es tan relajante que por un momento te dan ganas de ponerte a babear. A veces dura segundos, otras veces horas. Y no es voluntario, es decir, yo no puedo ahora simplemente "decidir" que voy a tener RSMA, sino que debe haber algo que me lo dispare.

Por lo visto los disparadores del RSMA son muy variados: desde ver a personas realizar tareas repetitivas, hasta que te hablen en susurros, pasando por ver a gente observar o curiosear objetos con mucho detalle, que es uno de mis disparadores más comunes como ya habréis adivinado después de narrar cómo mi prima observaba mi goma, la tomaba en sus manos y jugueteaba con ella. He llegado a experimentar RSMA comprando libros porque mi amiga me estaba hablando bajito en mitad de la librería, viendo a alguien hacer una manicura o doblar ropa con cuidado, hablando con personas con una voz que no sé qué tiene pero tiene algo que me lo dispara (normalmente voces profundas de habla pausada), viendo a alguien toquetear y jugar con un objeto mientras hablaba, e incluso mi última experiencia fue porque mi jefe, en mitad de una reunión, cogió mi teléfono móvil y se puso a curiosearlo con cuidado y a compararlo con el suyo. Como veis cosas que pueden pasar en cualquier contexto y que son totalmente cotidianas. El recuerdo de estas situaciones, si es muy reciente, también puede disparármelo. Cuando pasa me encanta y no quiero que pare, obviamente, porque la situación es muy relajante.

Se lo compara con la sinestesia en cuanto a que hasta hace poco se la consideraba una leyenda urbana (que se lo digan al que la boca le sabe a chorizo cada vez que alguien le dice "café"), y de hecho se cree que puede estar ligado a la sinestesia. Se cree que sólo el 0,1% de la población actual ha experimentado RSMA, aunque gracias a la comunidad parece que nos estamos empezando a encontrar. Ahora mismo sólo conozco, además de mí, a dos personas que pueden sentir esto. Con esto os explicaréis por qué es tan difícil que la gente entienda eso de que tenemos "gustito en la cabeza", porque en realidad muy poca gente lo siente o lo ha sentido. Debido a esto y a que no es una razón por la que asustarse (de momento), no se ha investigado en el RSMA. Por tanto, no se sabe si todo el mundo puede tenerlo, si por el contrario sólo unos pocos disfrutamos de la "experiencia", o si es indicativo de alguna patología. En el futuro, la ciencia dirá.

domingo, 22 de junio de 2014

Tremenda suerte

Íbamos en el coche y me decías que algunos gurús dicen que la felicidad llega, sin más. Me decías que no estabas de acuerdo. Me decías que creías que la felicidad es algo en lo que uno trabaja activamente, que es un trabajo a tiempo completo, que es una cosa en la que uno tiene que aplicarse.

Llevo digiriendo tus palabras varios días. Como me pasó con aquella otra conversación que tuvimos, la del sentido de la vida. Me gustan nuestras conversaciones y lo trascendental que te pones cuando quieres. Y pensar que siempre me dices que eres más mental que otra cosa, pero yo creo que tienes mucho de espiritual, más de lo que te gusta admitir. O quizá es que tras siete años juntos se te ha pegado un poco lo místico. Es como cuando yo no admito que tengo una parte insoportablemente fría y mental. Somos cuadros hechos jirones, en los que cada trozo de lienzo adquiere nuevos colores cuando se lo mira individualmente.

Tuvimos la conversación trascendental el viernes después de la oficina, cuando íbamos de compras, o de aventuras, o de lo que fuera que fuéramos (al final siempre acabamos haciendo algo totalmente diferente a lo esperado, eso es lo divertido). Es domingo por la tarde y todavía sigo dándole vueltas. Pero es un dar vueltas muy alejado del rumrum de una cabeza inquieta: se parece más a la gratitud de alguien que siente que su vida tiene sentido porque tiene un trabajo que hacer, el de ser feliz. Es un trabajo en el que me acompañas todos los días. Y si algún día hemos de partir uno del otro, tendré en mi mochila personal la sensación de haber aprendido de ti una lección muy importante, posiblemente la más importante de todas. Tremenda suerte la mía.