miércoles, 27 de agosto de 2014

Burbuja

A veces es de cristal esmerilado y no se ve lo que hay dentro. A veces, de plástico fino. Otras, de cemento armado. Tengo una burbuja dentro de la cual me encuentro y dentro de la cual guardo todo lo que me importa. Soy la niña burbuja y no me importa, porque lo hay dentro de la burbuja es mío. No me lo puede quitar nadie, por mucho que ansíen lo que hay dentro de ella.

Nadie puede poseer la burbuja de uno. Siempre pienso que para qué querer una burbuja ajena y su contenido, cuando cualquiera puede construirse la suya propia y llenarla de sus propios recuerdos. Carece de sentido querer la burbuja de otro, porque no requiere más esfuerzo que el de aquella chica a la que vi romper un castillo de arena en la playa. Romper la burbuja de otro para convertirla en tuya, sabiendo que cuando lo haces, igual que el que explota una pompa de jabón, ya no vuelve a existir como tal. Por eso es mejor construir la de uno mismo. Como si se quiere fabricar de recortes de periódicos y fotos antiguas, de spaghetti casero y de olor a pan recién horneado.

Mi burbuja es mía y yo pinto de ella mis colores. Soy la niña burbuja.

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