lunes, 5 de febrero de 2024

Solo se necesita tiempo

Hoy llevaba un vestidito negro y el cerebro me trajo una canción que se llama así.

En el bamboleo de mi cuerpo dentro de mi vestidito negro, estuve pensando como hace mucho, como hace tanto, mientras escuchaba música. Iba haciendo un camino conocido, pero que nunca había recorrido mientras escuchaba esa música. Me recordó a otro tiempo en el que mis pies se deslizaban en zapatillas bajitas, aunque no más sencillas que las que botas que llevo ahora. Qué simple y qué complicado asumir el cambio, y qué vida tan complicada llevaba entonces, por la cantidad de impedimentos que me atormentaban. A veces pienso que me quejo de vicio.

Esos pensamientos me hicieron pensar en la letra de la canción, que narra la esperanza de volver a ser feliz y bailar tras convertirse en la marioneta de alguien, algún día.

Y dejé a mi mente volar y empecé a pensar en que el tiempo no lo cura todo porque, a veces, las cicatrices se quedan abiertas. Pero sanarse siempre va a requerir tiempo. Así lo pensaba mientras caminaba bajo el cielo colmado de nubes que coronaba la ciudad. 

Y, de pronto, un pensamiento, o más bien una noción sobre mi propio estado de ánimo cruzó mi cabeza: el darme cuenta de la calma que me invadía. No había novias evitativas con problemas de autoestima que me hicieran girar alrededor de su existencia, ni maduritos con ganas de aventuras, ni dramas andantes con más episodios que Naruto.

Solo una canción, un vestido negro y yo en mitad de la calma y las nubes, recorriendo el camino que he hecho tantas veces. Y yo por dentro, en una inaudita quietud mental, pensando en lo sanadas que siento ciertas heridas, que ya no duelen, que ya no quiero reabrir y que ya no me hacen falta porque las quiero cuanto más lejos, mejor.

Si bien sé que era muy consciente de que era una herida que debía cerrarse, por algún tiempo me sentí acostumbrada a sentir el picor de la misma, con la misma curiosidad que un niño se rasca una costra. El "a ver qué pasa" siempre era una posibilidad. Ahora, con el recuerdo de aquello que acabó, no tengo ni la más mínima necesidad de reabrir la herida. Cada quien está bien como está. Ya no duele. Ya ni siquiera pica. Ya no importa y es genial que no lo haga. Ha pasado un año desde la última vez, y no echo de menos nada en absoluto, ni lo bueno, ni lo malo.

El tiempo ha hecho su magia y ha sanado lo que se tenía que sanar. Es el día del vestidito negro, de poner mi canción favorita, salir andando y darse cuenta de que la herida, por fin, se ha cerrado.