viernes, 29 de julio de 2016

Cosas que nunca te dije y un día te solté

Tiendo a callarme las cosas demasiado, lo sé.

Tiendo a hablar en metáforas, también lo sé.

Tiendo a dejar de lado mis sentimientos, porque me han enseñaron que hacerlo sería algo egoísta. Lo sé.

Quizá debería desaprender muchas cosas, entre ellas todas esas.

Porque después pasa lo que pasa: que lo suelto todo de sopetón, que exploto, que las cosas surgen aparentemente de la nada. Por eso, cuando preveo que a ti te puede pasar algo similar, me asusto.

No me gustaría que me dijeras algún día lo mismo que yo te digo a veces, después de que haya explotado todo.

sábado, 23 de julio de 2016

viernes, 22 de julio de 2016

Sigue

Y la vida sigue, porque el mundo sigue, porque todo sigue. Yo sigo también, siguiendo las líneas del corazón de mis manos y las que han quedado en mi propio corazón. Porque puede que tenga cicatrices, pero estoy dispuesta a hacer de ellas líneas en lugar de recordatorios ominosos de heridas previas.

Esas cicatrices a veces sirven para lograr un efecto diferente en nosotros mismos. Pueden ser una forma de reinventarnos. Incluso de volver a las raíces de lo que en realidad somos.

Pongo un pie en el camino, sabiendo que las cosas nunca volverán a ser iguales. Como siempre, porque todo está en cambio constante.

Tengo ilusión en mis ojos. Y por una vez, una salvaguarda.

domingo, 17 de julio de 2016

Madrecita de todos los niños

No puedo dormir. Me has despertado como a las cuatro de la mañana, llorando, y yo, que últimamente tengo un problema de ardor de estómago (maldita progesterona, estoy deseando dar a luz) lo tengo difícil para recuperar el sueño.

Te he acunado en la cama, mientras todavía lloriqueabas. Ayer viste una película infantil en la que salían unos Rottweiler que te dieron miedo. Creo que debías estar soñando con eso y por dicha razón te has despertado. Te he dado el pecho, que has tomado con ganas hasta calmarte. Me he tumbado contigo y te he acariciado el pelo y los bracitos. Tu piel es suave y nueva. Sigues oliendo a bebé.

Has soltado el pecho y me has dado la espalda, para dormir contra mi voluminosa y embarazada tripa. Te encanta que te haga la cucharita. Has suspirado, tranquila después del sofocón, y de pronto me ha venido a la mente una de las estrofas de una canción infantil que me enseñaron en el colegio.

Por la noche, cuando esté dormida,
ven tú a mi cama, ven y bésame.
Y en tu manto de luces y estrellas, 
virgencita bella, acurrúcame.

Y en ese momento, oliendo tu piel, acariciando tu pelo suave y fino, besando tu carita con todo el amor que me cabe en el corazón, me he sentido como esa virgencita del manto de las luces y las estrellas, acunando a una bebé dormida que no necesita madres celestiales. Sólo necesita a su mamá. Y he llorado, emocionada, al pensar que soy todo tu mundo.

Calla y conduce

Bla, bla, bla... Turquía... bla, bla, bla, Niza...

Las noticias sacuden mis tímpanos como las campanas de la Catedral. Vivimos en un trastorno por estrés postraumático constante.

Bla, bla, bla... Terrorismo... bla, bla, bla, Auto-golpe de Estado...

Me monto en el coche. Estamos todos atados a él. Perfecto. Salgamos fuera. No quiero oír nada más. Sólo calla y conduce. Calla. Deja que el silencio, o el sonido del motor hacia cualquier otra parte, nos envuelva.

martes, 12 de julio de 2016

Cuando las balas rebotan


No tengo nada que perder, soy a prueba de balas.
Adelante, dispara.
Tus balas rebotan, apunta mejor.
Adelante, dispara.
Me disparas, pero no caigo.
Soy de titanio.
Me disparas, pero no caigo.
Soy de titanio.

miércoles, 6 de julio de 2016

Al enano de mi oído... gracias

Gracias por salvarme de aquella relación en la que yo sólo iba a ser un útero para gestar un hijo, el cual yo no estaba preparada para gestar.

Gracias por rescatarme a tiempo de manipulaciones.

Gracias por distraerme de un camino para que pudiera caminar otros muchos.

Gracias por permitirme equivocarme, aunque tú supieras que lo estaba haciendo y me lo estuvieras advirtiendo.

Gracias por encender todas las señales de alerta ante personas demasiado amigables.

Gracias por llamarme la atención sobre los usurpadores de mi tiempo, mi amor y mi energía.

Gracias por enseñarme, un poquito cada día, a valorar mi propia opinión, mi propio criterio e incluso mis propias corazonadas.

Gracias por hacerme ver que no voy tan desencaminada.

Gracias por tantos sueños que ahora sé que puedo cumplir.

Gracias por ser la mejor intuición con la que se puede soñar.