sábado, 12 de noviembre de 2016

Maduraste

Maduraste, creciste, fuiste diferente. Me gustas más como eres ahora que como eras antes, aunque me gustabas mucho también cuando te conocí. Han pasado diez años desde aquel día de verano en el que vi tus ojos verdes por primera vez, y nueve desde que llegaste y me dijiste que estabas soltero porque lo habías dejado con tu novia y, oh casualidad, yo también había dejado a mi anterior pareja. Me gustabas, sobre todo (no voy a mentirte, creo que nunca lo he hecho) por fuera, porque por dentro no sabía qué esperar.

Yo no me gusto tanto, sobre todo por fuera. He tenido dos hijos contigo, peino algunas canas (aunque tampoco es exagerado y aún aguanto tres o cuatro meses sin tinte) y estoy considerablemente en peor forma. Cuando me miro en el espejo, veo a alguien que también se ha esforzado en madurar, que se ha dado cuenta de que algunas veces se comportó como una niña pequeña, sobre todo para lo malo. Sin embargo, por dentro es otra cosa. Por dentro, me gusta más esa persona a la que veo en el espejo, indudablemente. Como suelen decir, lo gorda o lo fea se quita, pero lo gilipollas no tiene cura. O sí. Quizá la cura se llame madurar. Todavía no lo sé.

No todo nuestro camino hasta ahora ha sido un camino de rosas. En realidad han sido diez años durísimos, de pruebas que nosotros mismos nos hemos puesto. Será eso a lo que llaman vivir. Llegamos a esta relación creyéndonos de vuelta de todo y, ay amigo, qué equivocados estábamos. La convivencia, la interferencia externa, la necesidad de aparentar, la vergüenza, la falta de confianza,un estilo comunicativo deficiente, la herencia de relaciones anteriores, y un millar de cosas más, nos han llevado hasta donde estamos porque así lo quisimos, porque nos lo buscamos. Aún me parece raro que sigamos juntos y, por qué no decirlo, mejor que el primer día. Pellízcame por si estoy soñando, pero tener una relación buena es posible después de todos los marrones por los que hemos pasado. Mi Yo de antes te habría mandado a freír espárragos. Mi Yo de ahora se siente feliz de no haberlo hecho.

Sea como fuere, gracias a ti me siento mejor persona. Gracias a ti, me gusta más por dentro esa mujer a la que miro en el espejo. Así me gustaría que fuera conforme sigamos madurando. Juntos.

Podría decir que lo nuestro fue un enamoramiento con el tiempo. De atracción mutua a realmente saber con quién se está y pasar a querer con quien estás. También pasar a quererse a uno mismo, de camino. Es algo de lo que estar agradecido.

Y no solíamos tener canción, no la buscamos, hasta que un día, simplemente y como nosotros mismos en mitad de este tándem, apareció.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

Lo que veo

He tirado trastos, he ordenado mi casa y mi vida. He dotado de significado (positivo) lo que me rodea.
He encontrado que se pueden hacer maravillas con un bote de pintura y paciencia. Se puede convertir algo horrible en algo maravilloso.
Lo que veo a mi alrededor es el resultado de todo ese amor que hemos puesto en los objetos, en sanarlos y dotarlos de significado, y me hace feliz.
Vamos, que la reforma del salón ha quedado estupenda.

martes, 25 de octubre de 2016

Parsimonia

Ahora que soy oficialmente una madre en tándem, me sorprende hasta qué punto puedo hacer más de una cosa a la vez con relativa eficacia. Dicen que, tras el embarazo, en el que hay un proceso raro por el cual se reducen nuestras facultades mentales, se produce lo contrario de lo ocurrido durante la gravidez. Supuestamente aumentan la inteligencia y la atención entre otras cosas.

Yo no sé si eso es cierto. Sé que puedo hacer varias cosas a la vez. Y sé que tengo que hacerlas rápido y bien para no tener que trabajar dos veces, porque es un lujo que no me puedo permitir. Ya está.

Cuando veo a alguien que se toma las cosas de manera parsimoniosa, como mi señor esposo cuando pone el lavavajillas o se pone a cocinar unas lentejas, me entra de todo. En el tiempo en el que ese potaje de lentejas hecho en la olla rápida está cocinado, yo he puesto una lavadora, he tendido la ropa, he guardado toda la ropa limpia (que no es poca, con dos críos y dos adultos), he dado la teta a los dos niños y he barrido la mitad de la casa.

No sé si coincido con los estudios, pues, en el hecho de que aumenten las facultades o que, simplemente, las mamás entramos en un estado de hiperalerta en el que todo cunde muchísimo más.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Una vida espartana

Me encantan las estancias y las vidas espartanas. La gente que no acumula, hacer limpiezas de primavera y de otoño, no apegarme demasiado a los recuerdos inútiles. Si tengo que quedarme con algo, prefiero quedarme con la pulsera de plástico que llevaron mis hijos en el hospital, a quedarme con ese pastillero horroroso que no voy a usar porque no soy muy fan de las pastillas.

Compro muchas cosas, y uso muchas cosas, pero me gusta todo lo práctico, lo sencillo y lo esencial. Amo las casas ordenadas y, aunque es difícil que permanezcan así con dos niños, un cierto orden me proporciona un poco de predictibilidad en medio del caos infantil. El yin y el yang.

Hace unos años yo era impuntual y desordenada. Creo que nunca fui ninguna de las dos cosas, en el fondo de mi ser al menos. Y creo que reaccionaba así como una especie de rebelión hacia figuras de autoridad.

Cómo cambiamos con el tiempo. Ni mejor ni peor, tan sólo a veces nos atrevemos a sacar lo que tenemos dentro. En mi caso, los años me han convertido en otra cosa, hasta cierto punto en otra persona. Y me he atrevido a sacar a esa persona ordenada, metódica, introvertida y amante de la vida tranquila que, creo, en el fondo siempre llevé dentro.

martes, 23 de agosto de 2016

El pequeño viaje a Ítaca

Llevaba desde la semana 39 con contracciones de pródromos. Pero así llegué a la semana 41, concretamente al día 41+2, con cita para monitores y eco e ingreso al día siguiente (así es por protocolo en el hospital en el que iba a parir) y con bastante cabreo porque no me dejaran llegar a la semana 42, que es lo que la OMS consideraría una gestación prolongada. Pero bueno, pensé que ya era muy tarde para pedir alternativas y que, si no había más remedio que inducir pues lo haría divertido. Preparé música y libros para poder leer entre contracción y contracción, por si al final me inducían sí o sí. Hice el amor con mi pareja lo más que pude. Me puse un par de infusiones de frambueso, mientras tranquilamente escuchaba música y jugaba con mi hija de 15 meses. Ese día, la niña me pidió profusamente teta y dormir, así que nos fuimos a la cama a hacer la siesta como dos señoras.
A eso de las 6 se despierta la niña, se la lleva el padre a darle la merienda y yo me quedo en la cama, relajada porque quiero estar fresca para el día siguiente, y a las 7 me empiezan a dar contracciones. Pienso que es normal porque las tengo cada vez que la bebé grande mama o cuando llora, y se ha pasado la tarde entera enganchada. Pero no paran. Estoy echada, así que me levanto para ver si cambia la cosa. Me doy una ducha, bebo agua, y ya lo único que me faltaba era andar. Le digo a mi marido que me voy al Mercadona a comprar arena para los gatos que no nos queda. Así, tan feliz. Le hace gracia, así que viste a la niña, se ducha y se viene conmigo.
Mercadona, martes, las 8 de la tarde: hora punta de supermercado. Cómo me gustan las emociones fuertes. Y en el Mercadona, con toda la gente, no se me quitan las contracciones. Contracción en la frutería. Contracción en el pan. Contracción en los productos de limpieza. Contracción en línea de cajas... son llevaderas y cortas, como un dolor fuerte de regla que viene y va. Muy diferente del parto anterior.
De vuelta a casa, ya eran las 9, le digo a mi marido que llame a mi amigo, que se iba a quedar con la niña. Me como unas galletitas saladas y la fiesta no para. ¡Yuju!
Mi amigo llega a las 10 y la intensidad ha aumentado: yo estoy cantando en las contracciones, un aaaaaaaa que me ayuda un montón. A las 10 y media miro el patrón de contracciones en el móvil y son cada 3-4 minutos, ya llevo una hora así, se han regularizado. Ya no tengo dudas: estoy de parto. Nos vamos para el hospital.
En el hospital, casualidades de la vida, está de guardia la tía de mi amigo, que es gine. Él la ha avisado de que voy para allá. Son las 11 de la noche. Me mira y ni me pone el registro, para qué. Vaya cara de cromo (o de parto) que debo tener. Me pide permiso para un tacto y me dice que soy una campeona por aguantar tanto porque estoy de 7 cm. Yo que pensaba que estaría de 3 ó 4... y resulta que esto está casi ya y con velocidad de crucero. Entro por mi propio pie en paritorio, no hay tiempo de llamar a un celador y esperar, está descendiendo muy rápido e incluso me sacan del wc mientras orino por si lo acabo teniendo sola. El dolor que tengo no tiene nada que ver con el que tuve con mi hija en intensidad, es bastante soportable. Me echo en la silla de partos y me doy cuenta de que es el mismo paritorio en el que nació la niña. Al echarme, me relajo tanto que casi me quedo dormida. La gine se ríe y me dice que tengo la bolsa íntegra y que eso me está amortiguando mucho el dolor, y más echada como estoy. Entra mi marido y me piden permiso para un último tacto: estoy en completa y han pasado sólo unos minutos y un recorrido de apenas 50 metros hasta paritorio. Mi marido se sienta junto a mí. "Te quiero", me dice, y empieza a contarme la batallita burrocrática que ha tenido que librar para ingresarme. "Cállate", le contesto, mientras tengo una contracción. Necesito centrarme y respirar. "Ahora, cuéntame ahora", le digo al parar el dolor.
Medio grogui, en el planeta parto, es decir, chutada de endorfinas entre dolor y dolor, miro el reloj de pulsera de mi marido. Son las 12 menos 20 de la noche. Empiezo a estar cansada de tanta contracción y empiezo a tener ganas de empujar. Pruebo y empujo una vez y ¡plop! bolsa rota. Ahora las contracciones SÍ duelen, y grito. Pero este dolor es mi amigo, me está ayudando, porque ahora tengo verdadera urgencia por acabar con todo. Las contracciones se aceleran. Ya no puedo parar.
Mi hijo empieza a asomar pero ni siquiera estoy haciendo fuerza. De pronto oigo a la gine gritar "¡no empujes, no empujes, que te vas a hacer daño!". El niño viene con la mano en la cara, me voy a destrozar. Pero no soy yo quien empuja, es la madre naturaleza porque no estoy haciendo fuerza. El bebé sale de dos contracciones, primero la cabeza, la mano y el codo, todo a la vez. Luego el resto del cuerpo.
Está amoratado e hinchado, pero me parece el bebé más precioso del mundo. Se parece a su hermana un montón. Se había puesto la mano en la cara para evitar ahogarse, pues llevaba una vuelta de cordón. Lo que es el instinto.
La gine está muy preocupada porque piensa que he podido partirme toda, pero se sorprende al ver que sólo me he hecho un desgarrito de grado 1, a nivel de piel. Me van a dar 4 puntos. He tenido una suerte que ni yo me lo creo.
Casi salgo de paritorio por mi propio pie también. Pero me obligaron a ir en camilla por si me mareaba. Cosa lógica después de un parto.
Ésta es la historia del pequeño viaje a Ítaca que hice de la mano de mi hijo Ulises. Y todavía me río al pensar que al día siguiente me llamarían cuarenta veces, planeando ingresarme para la inducción.

lunes, 8 de agosto de 2016

Desconectando neocórtex

Adiós, matemáticas.

Hasta luego, memoria.

Nos vemos pronto, capacidad lingüística.

Hola, cerebro reptiliano. Te doy la bienvenida como a un viejo amigo.

A ti me encomiendo. Llévame por la senda de los instintos.

Hola, sistema límbico. Te abrazo.

Ayúdame a ser sentimiento puro.

miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Lo harías mejor?

Era un lunes de febrero. Yo estaba cansada. Mi nuevo jefe, sentado a mi lado con su traje y su corbata, me preguntó cómo estaba. Yo contesté "cansada".

- ¿Cansada? - me dijo él, un polaco de ojos azules ya entrado en años - ¡Pero si acabas de volver del fin de semana! ¡Pero si has estado descansando!

Sonreí lo mejor que mis ojeras me dejaron.

- Cansada, sí. - dije - Tengo una hija de diez meses, a la que todavía doy el pecho, que se despierta de noche, y estoy embarazada de tres meses. ¿Tú descansarías? ¿Tú lo harías mejor?

Sonrió y negó con la cabeza. Siguió trabajando en lo suyo.

Así que, cada vez que me dan ganas de juzgar la actitud de alguien que tiene hijos, su forma de crianza o la manera de llevar la autoridad con los peques, siempre intento preguntarme a mí misma si lo haría mejor.

viernes, 29 de julio de 2016

Cosas que nunca te dije y un día te solté

Tiendo a callarme las cosas demasiado, lo sé.

Tiendo a hablar en metáforas, también lo sé.

Tiendo a dejar de lado mis sentimientos, porque me han enseñaron que hacerlo sería algo egoísta. Lo sé.

Quizá debería desaprender muchas cosas, entre ellas todas esas.

Porque después pasa lo que pasa: que lo suelto todo de sopetón, que exploto, que las cosas surgen aparentemente de la nada. Por eso, cuando preveo que a ti te puede pasar algo similar, me asusto.

No me gustaría que me dijeras algún día lo mismo que yo te digo a veces, después de que haya explotado todo.

sábado, 23 de julio de 2016

viernes, 22 de julio de 2016

Sigue

Y la vida sigue, porque el mundo sigue, porque todo sigue. Yo sigo también, siguiendo las líneas del corazón de mis manos y las que han quedado en mi propio corazón. Porque puede que tenga cicatrices, pero estoy dispuesta a hacer de ellas líneas en lugar de recordatorios ominosos de heridas previas.

Esas cicatrices a veces sirven para lograr un efecto diferente en nosotros mismos. Pueden ser una forma de reinventarnos. Incluso de volver a las raíces de lo que en realidad somos.

Pongo un pie en el camino, sabiendo que las cosas nunca volverán a ser iguales. Como siempre, porque todo está en cambio constante.

Tengo ilusión en mis ojos. Y por una vez, una salvaguarda.

domingo, 17 de julio de 2016

Madrecita de todos los niños

No puedo dormir. Me has despertado como a las cuatro de la mañana, llorando, y yo, que últimamente tengo un problema de ardor de estómago (maldita progesterona, estoy deseando dar a luz) lo tengo difícil para recuperar el sueño.

Te he acunado en la cama, mientras todavía lloriqueabas. Ayer viste una película infantil en la que salían unos Rottweiler que te dieron miedo. Creo que debías estar soñando con eso y por dicha razón te has despertado. Te he dado el pecho, que has tomado con ganas hasta calmarte. Me he tumbado contigo y te he acariciado el pelo y los bracitos. Tu piel es suave y nueva. Sigues oliendo a bebé.

Has soltado el pecho y me has dado la espalda, para dormir contra mi voluminosa y embarazada tripa. Te encanta que te haga la cucharita. Has suspirado, tranquila después del sofocón, y de pronto me ha venido a la mente una de las estrofas de una canción infantil que me enseñaron en el colegio.

Por la noche, cuando esté dormida,
ven tú a mi cama, ven y bésame.
Y en tu manto de luces y estrellas, 
virgencita bella, acurrúcame.

Y en ese momento, oliendo tu piel, acariciando tu pelo suave y fino, besando tu carita con todo el amor que me cabe en el corazón, me he sentido como esa virgencita del manto de las luces y las estrellas, acunando a una bebé dormida que no necesita madres celestiales. Sólo necesita a su mamá. Y he llorado, emocionada, al pensar que soy todo tu mundo.

Calla y conduce

Bla, bla, bla... Turquía... bla, bla, bla, Niza...

Las noticias sacuden mis tímpanos como las campanas de la Catedral. Vivimos en un trastorno por estrés postraumático constante.

Bla, bla, bla... Terrorismo... bla, bla, bla, Auto-golpe de Estado...

Me monto en el coche. Estamos todos atados a él. Perfecto. Salgamos fuera. No quiero oír nada más. Sólo calla y conduce. Calla. Deja que el silencio, o el sonido del motor hacia cualquier otra parte, nos envuelva.

martes, 12 de julio de 2016

Cuando las balas rebotan


No tengo nada que perder, soy a prueba de balas.
Adelante, dispara.
Tus balas rebotan, apunta mejor.
Adelante, dispara.
Me disparas, pero no caigo.
Soy de titanio.
Me disparas, pero no caigo.
Soy de titanio.

miércoles, 6 de julio de 2016

Al enano de mi oído... gracias

Gracias por salvarme de aquella relación en la que yo sólo iba a ser un útero para gestar un hijo, el cual yo no estaba preparada para gestar.

Gracias por rescatarme a tiempo de manipulaciones.

Gracias por distraerme de un camino para que pudiera caminar otros muchos.

Gracias por permitirme equivocarme, aunque tú supieras que lo estaba haciendo y me lo estuvieras advirtiendo.

Gracias por encender todas las señales de alerta ante personas demasiado amigables.

Gracias por llamarme la atención sobre los usurpadores de mi tiempo, mi amor y mi energía.

Gracias por enseñarme, un poquito cada día, a valorar mi propia opinión, mi propio criterio e incluso mis propias corazonadas.

Gracias por hacerme ver que no voy tan desencaminada.

Gracias por tantos sueños que ahora sé que puedo cumplir.

Gracias por ser la mejor intuición con la que se puede soñar.

jueves, 30 de junio de 2016

Redescubrimientos

Nos dijeron que estábamos solos, que estábamos aislados, que sólo había un plan vital a seguir.

Nos dijeron que no valíamos, que la vida no merecía la pena fuera del área de actuación de quienes manejaban los hilos, quienes entendían "de verdad" cómo funcionaban las cosas.

Nos dijeron tantas cosas, y todas eran mentira.

Era mentira que estuviéramos solos, que sólo hubiera una salida y que no hubiera más opciones.

Era mentira que ellos y sólo ellos tuvieran la salvación.

Sucumbimos a la desesperación, y justo cuando lo hicimos, la vida nos dio una sorpresa.

Porque, cuando reunimos el valor de pedir ayuda, la gente se volcó y nos demostró que no era verdad eso de que estuviéramos solos, aislados y que sólo ellos tuvieran la verdad.

La vida nos tendió la mano cuando ellos la retiraron por salirnos de lo decidido de forma unilateral: SU plan maestro.

Y todos los espejismos cayeron hechos trizas.

Y todas las mentiras salieron a la luz.

Y entonces pudimos redescubrir nuestra verdad.

miércoles, 29 de junio de 2016

El pajarito en la jaula

Es fácil ser un pájaro en una jaula cuando sólo has conocido jaulas. Yo llevo seis años en una. Lo dije hace seis años y lo digo ahora. Recuerdo cuando aquel día, harta de todo, dije "me habéis metido en una jaula y no sé si voy a poder salir de aquí".

Yo, atrapada para siempre, condenada, como Éowyn, a ser el pájaro en la jaula y la esposa del señor. Resulta aterrador.

El problema real de estar metido en una jaula podría ser el Síndrome de Estocolmo. Otro problema habitual es hacerse a la idea de que tienes que estar en esa jaula: la indefensión aprendida. Pero yo no tengo ninguno de esos dos problemas.

Porque, por azares del destino, en mi historia es el pájaro el que tiene el poder de verdad.

Este pájaro ha empezado a soñar, ya no con jaulas, sino con valles enteros.

Este pájaro ha empezado a soñar con la libertad.

Eso es lo que hace peligroso a un pájaro: que quiera escapar. Y yo tengo muchas ganas de hacerlo.

Así que sólo estoy esperando un descuido y una puerta abierta...

martes, 28 de junio de 2016

Medicalización excesiva

Dicen que los cerebros embarazados encogen. Es verdad, doy fe. Normalmente tengo buena memoria, pero en mis dos embarazos he tenido que tener una lista de citas médicas en la pizarra blanca de mi despacho, de manera que ninguna se me pase. De lo contrario, el control del embarazo se convierte en un descontrol.

Me encanta ir a las ecos y ver a mi niño, igual que me encantó ir a las ecos y ver a mi niña. Sin embargo, encuentro este exceso de celo profesional, este exceso de medicalización, bastante intrusivo. Creo que tanto control y tanto seguimiento sólo crean más ansiedad en la madre.

Tengo seguro privado y durante un tiempo fui al médico tanto por esa vía como por la seguridad social. Me hacían dobles pesadas, me daban datos de mi hijo que no reflejaban la realidad. Como un percentil 18 que, dos semanas más tarde, era un perfecto percentil 50 en otro médico con otro ecógrafo. Cuando hay una alarma social por el virus Zika, que te digan que el diámetro de la cabeza de tu bebé está en el percentil 18 y has tenido síntomas de gripe, lo único que te crea es más ansiedad.

Así que opté por no hacerme más seguimientos de la privada. Aun así, tengo una bonita lista de citas en mi pizarra, con ecografías, bienestar fetal, la visita a la matrona, el médico de cabecera y los análisis. Todo por tener un poquito baja la hemoglobina, para después enterarme a través de una asociación que tener bajos ciertos niveles es relativamente normal al final del embarazo. Es decir, que no es que tenga anemia severa que cause problemas, sino que sólo se trata de un proceso fisiológico normal y que responde a cambios de mi cuerpo.

Otro tema parecido es el de la diabetes gestacional. Afortunadamente, no he tenido con ninguna de mis dos barrigas, pero es normal que haya una prevalencia altísima de ella en España: ¡si el chute de azúcar del test O'Sullivan es prácticamente indigerible!

Con las visitas al pediatra me pasa algo similar. Entiendo que haya que hacer visitas al poco de nacer, porque los niños recién nacidos son los más fastidiados en caso de problemas, pero también veo un exceso de preocupación, un exceso de celo y de control. Sobre todo con los pesos y la lactancia materna. Creo que quien debería valorar temas como la lactancia debería ser la matrona, no el pediatra, para después ir al pediatra con la información sobre posición, transferencia adecuada de leche, etc, es decir, un informe de la matrona con todo lo que se necesita saber antes de que un pediatra "diagnostique" una hipogalactia que, al final, no sea tal sino una falta de técnica. Porque ese tipo de diagnósticos no le corresponden al pediatra. Al final te encuentras a mamás que pesan a los nenes antes y después de lactar, una vez en semana o hasta a diario. Mamás que dan biberones pensando que "no tienen leche", y es porque nadie se ha preocupado en observar una toma tranquilamente con su bebé, observar su posición y orientarla sobre que "lactancia a demanda" no quiere decir 10 minutos, un pecho, cada 3 horas, sino cada vez que el bebé pida.

Creo que el embarazo, el parto y el nacimiento no son enfermedades, sino procesos normales, y como procesos normales deberían tomarse. Es cierto que hay que tener cierto control, pero a día de hoy hay demasiados protocolos y demasiado poco control de verdad. Se alarma a las mamás demasiado, se les pone en grupos de riesgo rápidamente, y no siempre se les informa de todas las opciones. Gracias a los dioses por internet y a las asociaciones que hacen posible que algunas podamos tomar el control de nuestros cuerpos, y que no sea todo un mero protocolo.

La liberación de la comprensión

Quizá he aprendido a valorar demasiado los riesgos, quizá me he convertido en una cascarrabias.

Pero sé que ciertas cualidades de mi personalidad y su aparente falta de comprensión me estaban creando un nudo en el estómago.

Ahora bien, qué tranquilidad se siente cuando eres comprendido en tu totalidad, cuando por fin se ve que no son ganas de aguar la fiesta, sino recalcar que existen ciertos riesgos y que se necesita tener un plan B.

Qué paz mental y emocional al notar que por fin se te entiende, que por un azar del destino esa positividad que siempre habías tenido no se ha esfumado, sino que se ha convertido en una sana cautela.

Y por primera vez en mucho tiempo, así me siento. Es un estado casi Zen, de placidez, de relax total, de libertad personal.

domingo, 26 de junio de 2016

Hola

Hola, hijo:

Supongo que nunca leerás esto. Pero, de todas formas, quisiera escribírtelo por si en algún momento, dentro de muchos años, lo haces.

Llegaste a nuestra vida tan de sopetón que quizá no supe manejar el hecho de estar embarazada de nuevo. Durante mucho tiempo me pareció extraño volver a albergar vida, cuando hacía tan poco que me había estrenado como madre. También tuve muchas veces la sensación de que tu llegada era contraria a voces que se empeñaban en que no volviera a ser mamá.

Pero hiciste acto de presencia. Nada te importó ni te detuvo. Ni mis jornadas de trabajo maratonianas, ni las necesidades de tu hermana (que es una bebé de altísima demanda y que ahora mismo, con catorce meses, tiene una mamitis tremenda), ni el proyecto laboral de tu papá. Me hiciste pasar un primer trimestre casi sin síntomas, para que no me pudiera quejar (y te lo agradezco muchísimo, créeme), un segundo trimestre muy bueno y un tercero infinitamente mejor que en mi anterior embarazo. Puede que esté en peor forma física, pero afronto tu parto con mucha ilusión.

Pero ahora me dice la doctora que tienes mucho sitio en mi útero y que, aunque ya es hora de que te des la vuelta, estás tomándote un daikiri y haciéndote largos en mi barriga. No te culpo: yo estaría igual, sobre todo con estos calores. Has pasado de cefálica a podálica, de ahí a transversa y ahora estás en una posición vertical que no soy capaz de discriminar, aunque creo que quizá estés de nalgas. Créeme si te digo que a estas alturas no sé qué es tu cabeza y qué tu trasero. En la última foto estabas atravesado (ya no), lo que me casi garantizaba una bonita cesárea, siempre y cuando los médicos no consiguieran colocarte desde fuera.

Después de todo lo que hemos pasado juntos, he decidido que voy a tomarme tu indecisión para colocarte en cefálica como una señal de que necesito seguir conectando contigo, porque quizá haya estado muy poco atenta a que volvía a estar embarazada, y de que ese embarazo en realidad era mucho más porque eras tú. Así que aquí estoy, Ulises, escribiéndote esta carta, esperando que surta efecto y te pongas en posición cefálica de una buena vez. O de nalgas. Pero por favor, que te pueda parir, cielo, que parir es muy fácil y una cesárea es un verdadero coñazo. Que no es porque lo sepa por experiencia (no lo sé), pero no hay que ser muy listo para darse cuenta de que es un rollo que te rajen.

Hagamos esto juntos, como un equipo, ¿vale? Ponte de cabeza, tesoro. Mamá te está esperando.

Te quiero, hijo.

lunes, 20 de junio de 2016

Diálogos de los 14 meses

- Luna, te voy a dar teta, ¿quieres?
- Tsssssií... (se golpea el pecho).

- Vamos a meterte en la Boba (el portabebés), ¿vale?
- No, ¡¡nonononononooooo!!

- Mira Luna, ¿quieres comer sandía?
- ¡Am! ¡Am am am am am am!
- Lo tomaré como un sí.

- ¡Am! ¡Am! ¡Am! (Roba un trozo de tostada con mantequilla)
- ¡Luna, ésa es mi tostada!
- ¡Am! Jejejeje... (se ríe y empieza a comerse la tostada)

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaam!
- ¿Dónde vas con la botella de aceite? ¡Que la vas a romper!
- ¡Aaaaaaaaaaaaaammmmm! ¡Jajajaja!

- Ay nai nai nai... ¡aaaay! (Con ternura)
- Pobrecito el gato, déjalo anda.

viernes, 17 de junio de 2016

Las dos caras de los anticonceptivos hormonales

Tuve una trombosis hace unos años, con 27 años para ser más exactos, debido al uso durante sólo 3 años de anticonceptivos hormonales combinados. Por supuesto, antes de pedir que me recetaran la píldora, quizá debería haber pedido que me hubieran hecho un estudio de trombofilias, por descartar algo tan habitual en personas que tienden a las mismas cuando toman este tipo de medicación. Pero nadie me lo hizo, nadie me lo pidió, nadie lo preguntó y, la verdad, no tuve suficiente información. A día de hoy y con mis antecedentes, no volvería a tomar la píldora, me negaría, si hubiera sabido todos los riesgos que conlleva para mí. Por supuesto, hay muchas mujeres a las que les sienta genial, y olé por ellas, pero me gustaría que hubiera un poco más de conciencia social a este respecto. Las píldoras anticonceptivas NO son caramelos. NO deben recetarse a todo el mundo. NO han de darse sin un estudio pormenorizado previo de las pacientes, y menos sin hacer saber a la gente todos los riesgos que tienen. No somos conscientes de los riesgos a los que nos enfrentamos, por sólo echar un kiki ocasional sin plastiquito de por medio. No sé si ahora se hace de forma diferente, puesto que yo dejé la píldora hace ya bastantes años, pero hace tiempo, al menos, la rutina era no advertir de nada. Es más, ¡se animaba a las mujeres jóvenes a tomarlas! Existía cierto grado de presión social, incluso fuera de los ámbitos sanitarios. De hecho, ha sido fuera del ámbito sanitario donde se ha hecho más presión por la toma de la píldora y su normalización.

Yo me preguntaba por qué ese súbito interés de la sociedad. Al principio creí que eran los lobbies farmacéuticos. Luego llegué a otras conclusiones (aunque algunos dirán que no he descubierto América). La píldora ha hecho mucho por la liberación de la mujer, o es lo que se suele decir. ¿En serio? ¿Liberación? ¿Desde cuándo el periodo menstrual es algo limitante? No siempre lo es. Hay grados graves de dismenorrea, pero la mayor parte de las mujeres se alivian con un analgésico. A día de hoy, soy más partidaria de decir que los analgésicos han hecho mucho más por la liberación de la mujer que la píldora. También los tampones y las copas menstruales. Una de las "ventajas" que me dijeron que tenía la píldora era que sabías cuándo te venía la regla. Seamos sinceros: una mujer sabe cuándo le va a venir la regla si está atenta a su cuerpo. Y no hay que ser ingeniera aeronáutica para ello.

Por otro lado, esa "liberación" que nos planteó el feminismo de los 70, el que propugnaba la píldora, está obsoleta a todos los niveles, o eso creo yo. ¿Para qué va a tomar una mujer una sustancia potencialmente peligrosa, sólo para no quedarse embarazada? Para ser más productiva en el sistema, pudiendo hacer posible la bajada generalizada de sueldo, porque al aumentar la cantidad de personas (hombres y mujeres) que se dio durante la incorporación masiva de la mujer al trabajo, se pueden ofrecer sueldos infinitamente más bajos. La limitación de la maternidad hacía posible la dedicación casi exclusiva al trabajo. Bienvenidos a la nueva era de la esclavitud.

Los nuevos movimientos feministas contemplan que la menstruación y la ovulación no tienen por qué ser controladas, ni domadas, ni de alguna manera inhibidas mediante la farmacología. Me gusta el hecho de que se plantee el derecho de la mujer a conocer su propio cuerpo en su estado natural. También se plantea la similitud entre sentimientos/mujer/naturaleza, que hace que durante tanto tiempo el ser femenino sea considerado algo irracional y por tanto incontrolable. No es incontrolable, al igual que los sentimientos no nacen del corazón sino que nacen del mismo sitio de donde nacen los pensamientos: el cerebro. Pero, de alguna manera, se ha hecho pensar a la mujer que debía controlar esa parte de sí misma que estaba oculta, que estaba asociada a la fertilidad y a la procreación y, por ende, era misteriosa y, de algún modo, peligrosa.

Al final todo trata de una lucha de clases, de una lucha de poder o de una lucha ideológica. Y, muchas veces, de todo a la vez.

miércoles, 15 de junio de 2016

Si tú eres House, ¿yo soy Wilson?

Hoy me has dicho que eres como House. Un cretino adorable.

Y luego dices que yo soy Wilson. Ni siquiera sé cómo definirme.

Eso explicaría por qué somos mejores amigos y pareja a la vez, ¿no crees?

domingo, 12 de junio de 2016

Cuestión de perspectiva

Un sueño me ha traído una perspectiva diferente de mi vida, como un cinco de oros, ese cinco de oros que te dice que mires hacia arriba, que confíes en que lo mejor está justo a la vuelta de la esquina.

Y ese sueño me ha dicho que todo es cuestión de perspectiva y que he de mirarlo bien. Mirarlo con cuidado.

Me casé con 28 años, después de estar muy follada y muy fiesteada. He sido autónoma, empresaria y trabajadora por cuenta ajena. He tenido responsabilidades y he sido currita. He aprendido idiomas. He publicado libros. He vivido y viajado más que señoras de 50 años, y no llego a los 35. Ahora he optado por ser madre y ha sido una opción consciente y madurada. ¿Que me he tirado a la piscina en cuestión económica? Pues sí, pero era ahora o ser madre a los 40. Y quién sabe si a los 40 iba a poder ser madre.

Toda mi vida he vivido como he querido, y eso es una realidad. Todo lo que he querido en la vida, lo he tenido. Cuando otra persona ha intentado imponer sus planes sobre mí, o he hecho oídos sordos y he acabado haciendo lo que me ha dado la gana, o directamente le he mandado a paseo. Obviamente es difícil seguir el propio ritmo de uno, porque en este mundo tan dirigido no nos enseñan a elegir, no nos enseñan a ordenar nuestras necesidades y nuestros valores y a encontrar nuestra propia felicidad. Pero eso no significa que lo que deseamos no esté ahí. También tenemos un lío de valores, porque el éxito y la felicidad creemos que van de la mano, y de hecho van, pero no siempre el concepto de éxito en la vida que queremos es el que nos dicen los demás que debemos buscar.

Todo lo que he deseado en mi vida, he sido capaz de obtenerlo, y todo por mí misma. ¿Que se han metido en mi vida? Por supuesto, pero siempre he tenido la opción de parar los pies a esas personas, y de hecho, lo he hecho, valga la redundancia.

Es un pensamiento que me ha dado una sensación de gran libertad personal. Y lo necesitaba, porque estaba como muy metida en ese pensamiento autodestructivo y victimista que al final acaba siendo una mierda. Y, de alguna manera, estaba atrayendo a mi vida al mismo tipo de gente autodestructiva y victimista. Supongo que la vida te da espejos para que te mires de vez en cuando.

Ahora me queda saber qué es lo que quiero vivir a continuación. Dónde quiero poner mis fichas de póker, dónde quiero apostar, qué quiero hacer. Porque sí siento que esta etapa vital se ha agotado, en gran parte porque mis hijos me han abierto otro mundo, otras perspectivas y otras necesidades. De momento, creo que quiero unas vacaciones hasta poco después de dar a luz. Y así, creo, podré pensar qué voy a hacer a continuación. Quizá sea lo mejor, descansar un poco, que bastante he trabajado con la lengua fuera en estos últimos años. Y así aprovechar el privilegio de haber sufrido un cambio de perspectiva.

jueves, 9 de junio de 2016

La generación bisagra

A las mujeres de mi generación les dijeron "sé independiente. Búscate un trabajo. Sé dueña de tu propia vida."
Pero, por lo que veo, a los hombres de mi generación les dijeron "búscate una mujer que trabaje fuera, que te saque las castañas del fuego y que sepa limpiar. Una que no te pueda reclamar pensión si te divorcias."
Sin saberlo, las ideologías anteriores nos aleccionaban para seguir una doble esclavitud de género: a nosotras, nos enseñaban a ser esclavas del empleador y del hogar a la vez. A ellos, les enseñaban a ser eternos niños pequeños, dependientes emocionales de un sistema que fomenta el borreguismo y la inmadurez masculina.
Nosotras, atrapadas en el Síndrome de la Superwoman.
Ellos, atrapados en una constante crisis existencial: no pueden ser "machitos" porque está mal visto, pero se les recuerda que deben llevar los pantalones en casa y "dominar" a la mujer.
El síndrome de la generación bisagra de principios de los 80. Atrapados para siempre entre ideologías. Esclavos de ser "los primeros nacidos en democracia", a los que se nos han contado las bondades del sistema. Y nos lo hemos creído, porque lo decían la tele, mamá y papá. El sueño americano. Trabaja por el sistema, y el sistema te recompensará. Pero el sistema no había cambiado tanto como nos habían vendido.
Y así estamos: en un sistema que no nos permite pensar, porque la nueva ideología es que obedezcas a quien te aborreguiza con la misma ideología y te repite las mismas consignas machaconas y manidas desde hace 30 años. Obedece, calla y traga.
Todas las crisis tienen cosas buenas, y una de ellas es que nos estamos dando cuenta de que los bancos no son ONGs del dinero y de que los reyes son los padres.

lunes, 6 de junio de 2016

Amamantar en el embarazo: una experiencia, pero nunca como te la cuentan

Me habían hablado de una bajada de la producción de leche en el embarazo. Me habían hablado de que una inmensa mayoría de los niños se destetaban solos. Me habían dicho que la leche se iba y que rápidamente se producía calostro. Me habían hablado de muchas cosas, menos de lo que ha sido y está siendo mi experiencia.

Para empezar, estoy embarazada de 31 semanas y mi hija, de 13 meses, se supone que se debería haber destetado porque eso es lo que dicen las estadísticas con los niños muy pequeños. Pues bien, no lo ha hecho. Y no digo que no me haya sentido tentada de imponerlo yo: he fluctuado por toda una variedad de emociones, desde un rechazo irracional al ratito del pecho, hasta una toma maravillosa que de pronto se tornaba en agujitas que se clavaban en el fondo de mis glándulas mamarias cuando la toma excedía los diez minutos. La solución del destete liderado por mí misma era fácil, sí, pero no me resultaba práctica: por contra, me ha resultado mucho más práctico dormir a la niña en la teta, atontarla con ella cuando estaba demasiado revuelta, o incluso anestesiarla cuando se caía (gages del oficio de quien aprende a andar). Más aún cuando no tolera el chupete en ninguna de sus formas. Así que, a aguantarse con las agujitas del final de la toma, y rezar por que la cría esté lo suficientemente cansada como para quedarse dormida profundamente antes de soltar la teta. Y si no, siempre tenemos el "comodín del público", es decir, el papá.

Lo de que la leche se convierte en calostro en el segundo mes de embarazo (otra afirmación común) es mentira. Sigue siendo leche madura, y eso que estoy en la recta final del embarazo. No digo que no se convierta en calostro en el transcurso de las 8 semanas y pico que me quedan de preñez, pero de momento el cuerpo es muy listo y ha sabido que sigue habiendo otro bebé fuera al que amamantar.

La bajada de producción aparejada al embarazo tengo que ponerla en duda, no por la carga hormonal que hace bajar mucho la secreción de prolactina, y que le daría sentido a ese descenso. Sino porque creo que inconscientemente somos las mamás (y los bebés cuando se van destetando paulatinamente) las que contribuimos a ella, sobre todo por las agujitas de dolor de las que hablaba al principio. Yo he acabado bajando mucho la cantidad de tomas porque no podía soportar el nivel de exigencia de mi hija, al ser un dolor muy agudo. Eso y las contracciones que, especialmente cuando estoy cansada, genera la estimulación del pezón. Durante el tiempo en el que fui capaz de mantener el ritmo de las tomas, no noté bajada de producción en absoluto, y mi hija se ha alimentado principalmente de mi leche hasta los 11 meses, momento en el que me planté y decidí dar cuatro tomas diarias en lugar de las 8 ó 9 que venía dando. También hay que tener en cuenta que mi hija no se ha destetado, e imagino que si un bebé se desteta, como es natural, bajará la producción hasta el extremo de cortarse la leche, que es lo que muchas mamás me decían.

Finalmente, el inocente saber popular (y la Opinología, pero los Licenciados en ese arte juegan en otra liga) estaba lleno de afirmaciones, que son las que más pongo en duda a día de hoy. Desde que a la niña le iban a entrar cagarrinas por beber leche de embarazada, hasta que el feto no iba a desarrollarse adecuadamente. De momento, ninguna de ésas son correctas. Las cagarrinas no digo que no se den cuando llegue el calostro, porque es sabido que tiene efecto laxante (para facilitar la expulsión del meconio en el recién nacido), pero la leche madura, de hecho, se absorbe bastante, así que deja poco residuo. Por lo que he leído en estudios y he experimentado, es más probable tener diarrea debido a un virus casquivano que debido a la leche materna (o por la dentición). En cuanto al feto, ya sabemos cómo son las ecografías, pero todo parece que está perfectamente, así que seguiré amamantando hasta que pueda.

Y no falta que me pregunten qué haré cuando dé a luz. La mayor parte de la gente da por hecho que destetaré a la niña para no "robarle la leche" al pequeño. La verdad, no tengo intención de hacerlo. Tengo la sensación de que esto va a acabar en tándem. Pero ya se verá qué pasa. De momento me estoy mentalizando para cualquier cosa.

En fin, que se dicen muchas cosas sobre amamantar en el embarazo, igual que se dice que no se puedes quedar embarazada mientras amamantas (soy la prueba viviente de que esto no es aplicable a todo el mundo, juas). Al final, la experiencia nunca es como te la cuentan porque cada una es un mundo.

domingo, 5 de junio de 2016

Consumir desde la cuna

Me enamoré de la crianza con apego, del parto natural, de la lactancia y de la maternidad instintiva hace muchos años, aunque sólo haga uno desde que soy madre. En estos 13 meses que llevo siendo mamá, y ahora esperando otro bebé, me he dado cuenta de la cantidad de cosas inútiles que se almacenan o se compran, a veces con buena intención, otras por aparentar.

Mi primera experiencia al respecto fue con los juguetes. El dichoso discurso de "hay que estimular a los niños" lleva a extremos a la gente, como el de decirnos que teníamos que empezar a comprar juguetes a los 2 meses de vida de la niña. Lo hicimos más bien por no escuchar a la gente (el Cuñadismo patrio lleva a límites insospechados los encendidos argumentos de los Licenciados en Opinología), para después comprobar, divertidos, que el juguete más estimulante para nuestro bebé era una botella vacía de cocacola con granos de arroz dentro, a modo de sonajero improvisado.

Otra de las experiencias fue con el carrito, un trío de 1200 euros que nos compraron los abuelos paternos (es que era de marca fashion, o sssea) y que nos cabe en el coche con dificultades. A día de hoy y desde su nacimiento, la niña ODIA el carrito en todas sus formas. Con el capazo lloraba como si le estuvieran pegando una paliza, con la sillita pide que la cojamos y con el grupo 0+, en el coche, es hasta peligroso de lo que berrea. Al final, la mejor solución ha resultado ser un portabebés ergonómico que compramos de ocasión por 50 euros. Manda huevos la cosa.

Más experiencias: las papillas. Nuestra hija metía las manos en nuestros platos de comida con 5 meses, y decía que después de probar los boquerones fritos (que se comía hasta sin dientes) iba a comerse un insulso potito Rita la Cantaora. Ahí tenemos todavía un bote entero de papilla de cereales, sin abrir, esperando a que nazca el segundo... a ver si a él le gusta. Nos da muchísima pena tirarlo estando cerrado herméticamente.

Los niños son muy felices con poco. Les bastan papá y mamá cerca, una caricia, una teta, un abrazo. Saben distinguir lo importante de lo poco importante. Ellos no conocen lo que es consumir, o la aparente necesidad de tener un cochecito de tal marca que cuesta 1200 euros (o sea, ¿no?). Decía Carlos González que tenemos niños del Paleolítico, y es cierto: los bebés no han evolucionado, la especie es prácticamente igual que hace 50000 años. La lactancia, la crianza y muchas otras cosas funcionan de la misma manera, pero les hemos añadido un halo de consumismo.

Un ejemplo de esto son las "galletas especiales para bebés". He hablado con mamás y papás que dan esas galletas, con el argumento de "es que las galletas para adultos no son buenas", pero luego las veo en el súper y cuando leo la etiqueta me quedo flipando de la cantidad de azúcar añadida que tienen las galletas de marras. ¿Realmente necesita un páncreas tan nuevecito semejante cantidad de azúcar? ¿Para eso, no es mejor hacer unas galletas en casa, o incluso comprar galletas sanas para toda la familia y dejarnos de tonterías?

Me faltan apenas dos meses para salir de cuentas y me estoy pensando muchísimo qué necesito realmente comprar para el nacimiento de mi segundo hijo. El papá y yo estamos pensando muy seriamente en vender el cochecito trío de 1200 euros, aunque le saquemos 400, y con eso comprar un portabebés evolutivo por valor de 150 y una sillita tipo paraguas por 70. Y nos sobra para comprarle una cama pequeña en Ikea a la mayor.

Porque mi experiencia dice que los niños no necesitan tanto... somos los adultos los que lo necesitamos. Creo que iré dejando, con mi hijo, que él vaya marcando el ritmo antes de tirar la casa por la ventana con las compras.

Añoro tantas cosas

Añoro esa vida en la que podía salir con unos amigos y tomar algo mientras nos reíamos por naderías.
Añoro a mi familia de sangre. Los domingos tomando cerveza con mi padre. Las tardes viendo la tele con mi madre. Hasta las idas de olla de mi abuela, las añoro.
Añoro esos años que pasaron y que no volverán.
Pero también añoro cosas que sé que volverán. Y sé que serán mejores que aquellas que ahora añoro.
La vida siempre depara sorpresas, siempre nos tiene preparada alguna trastada que nos hace sacar una sonrisa.

domingo, 29 de mayo de 2016

No te necesito

No te necesito, porque ya estoy entera.

Porque no soy ninguna media naranja esperando a su otra mitad. Tú eres una naranja y yo otra.

Puedo pintar azulejos, pelar cables, cambiar pañales, limpiar pescado, hacer de comer, poner lavadoras, mover muebles, salir con gente, todo eso, sin que estés conmigo. Puedo ser feliz sin que estés conmigo.

Porque no te necesito. Ya me conociste entera, eso fue lo que te gustó de mí. Es verdad que otros se empeñaron en que me domaras. Aprendiste, con el tiempo, que no se doma a quien es libre. A quien está completo en sí mismo.

La razón por la que estoy contigo no es porque te necesite.

La razón por la que estoy contigo es porque me haces reír como nadie. Porque te esfuerzas en escuchar, en aprender, en compartir. Porque no buscas que te complemente, buscas que caminemos juntos, rumbos paralelos, proyectos parecidos o, al menos, compatibles.

Estoy contigo porque quiero y porque puedo.

Y porque pintas mis cielos de azul cuando parece que sólo hay nubes.

Pero no te necesito. Nunca necesitaste que te necesitara.

Y sólo por eso, te amo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Esto es lo que queda...

Normalmente no lo planeas, simplemente pasa.  
Tu mundo cambia y de repente sientes que has quemado otra etapa.  
Pierdes a alguien, porque se fue, porque te echó o porque lo echaste.  
Cuesta adaptarte, parte de ti quiere vivir como antes,  
no sabes cómo vas a hacer para seguir adelante.  
Nadie puede enseñarte a vivir los momentos frustrantes.  
A rato crees estar seguro de que vas a ahogarte.  
Se han llevado la orilla a otra parte, nadar no parece ni siquiera importante.  
Los consejos suenan vacíos e significantes.  
Tu mundo es tu tuyo, a ti no puede entenderte nadie.  
El dolor poco a poco se convierte en tristeza  
y es incluso peor que afecta el motor  
y no deja que arranques las ganas en tu cabeza. 
Dos opciones ahora se presentan:  
te dejas llevar o te frenas.  
Te puedes hundir en la pena o luchar contra ella.  
Acepta la ayuda de fuera, pero no olvides que tu problema,  
tú debes ser el que lo enfrenta, tú debes ser quien lo resuelva,  
hay una salida que espera por cada laberinto en el que te metas.  
Eres uno mientras la buscas, y pasas a ser otro cuando la encuentras.  
Nunca es la misma persona aquella que sale que aquella que entra.  
Cada experiencia te esculpe y esculpir es quitar lo que sobra la fuerza.  
No busques finales de cuentos, los cambios ocurren y no hay moralejas.  
Si hay una cosa que sea cierta es que ninguna amargura es eterna.  
De las cenizas del fuego que consumió a aquel el hombre que yo era resurjo con fuerza.  
No es una pose, no lo hago para que me crean,  
es una certeza.  
No existe ese golpe que pueda dejarme tirado en la arena.  
No hasta que me muera, ya no,  
no hasta que sepa que cumplí mis metas.  
¡Soy yo! Aquello que queda y no los recuerdos que la vida arranca y se lleva.  
Hoy sé que añoro montones de cosas y sé que nunca volveré a tenerlas.  
El mundo sigue girando.  
Y soy un golpe más sabio, un golpe más realista, un golpe más preparado.  
El miedo es de sensatos, pero rendirse ante él es de mediocres,  
Podré tener muchos fallos, pero no seré de los que se esconden.  
Vivir es la asignatura que estudias año tras año, 
y no hay vacaciones, solo lecciones mi hermano, y se aprende de los errores.  
Tampoco es que sea complicado, es cuestión de tiempo que te equivoques,  
Pero si he aprendido algo es que depende de como lo enfoques.  
Confieso que he dudado, me hundí  
y desde ahí abajo daba la sensación de que, no valía la pena intentarlo, pero…  
¡VUELVO!  
Renovado como el ave que nace del fuego,  
lleno de nuevos proyectos, quiero intentarlo de nuevo.  
Hoy prometo poner todo mi esfuerzo en hacerlo siempre  
de acuerdo con lo que siento en cada momento. 
Contradictorio y complicado, asi soy yo,  
con mis virtudes y pecados, pero yo.  
No hay una norma superior a la que dice que yo debo de mostrar valor y ánimo.  
Frente a los planes que no salen y la decepción,  
seré un ejemplo de completa determinación.  
Seré el corcho en la tormenta, aunque llueva,  
mi cabeza siempre atenta y siempre fuera.  
Nadie podrá ser capaz de hacer que no me crea que tengo fuerza para hacer y pasar lo que sea.  
Aquí despido a los demonios del tipo que era y… 
Me quito la mochila que tenía llena de piedras.  
Un nuevo yo despierta, un nuevo yo mejor de lo que era.  
He dejado que las cosas sucedieran  
pero vuelvo a ser yo el tipo que retoma el control de mis riendas.  
Un nuevo enfoque, una nueva era, nueva promesa de enfrentar lo que quiera que venga.  
Le digo adiós a la tristeza; gracias por la compañía pero debemos dejarlo princesa.  
Hoy se que la limitación estaba en mi cabeza, que la energía existía aunque no la viera…  
Tenía derecho a descansar en mi ratito de pena, pero ya pasó. 
Cuando se muda lo de afuera, esto es lo que queda:  
¡ENERGÍA!


miércoles, 23 de marzo de 2016

Generosidad

Hace un tiempo me crucé con una persona que me dio un servicio. El servicio era de mala calidad pero yo pagué por él, aunque no me convenció.

Hoy me he encontrado con una persona que me ofrece el mismo servicio, pero de buena calidad. Me lo ofrece así, sin más, de entrada. Y me dice que, si quiero pagar, que pague.

Pues claro que voy a pagar. La generosidad siempre ha de verse recompensada.

sábado, 23 de enero de 2016

Sueño...

Sueño con unas vacaciones junto al mar, con un mojito en la mano.

Sueño con abrir la ventana a la aventura, a explorar. A una partida de enanos y un mago que me hagan ir a robar un tesoro de un dragón.

Y sueño con las nieves del Kilimanjaro.

sábado, 16 de enero de 2016

Entonar el Let It Go

Cuántas veces en mi vida he entonado el Let It Go, he buscado esa soledad en la que soy reina de mis propios pensamientos. En la que no tengo que compartir con gente que sólo se escucha a sí misma.

Déjalo ir, let it go, para surgir como el amanecer. Para mostrarse ante el espejo como uno realmente es. Para dejar que la tormenta ruja, los mares se levanten, los truenos golpeen el suelo que se pisa.