sábado, 12 de noviembre de 2016

Maduraste

Maduraste, creciste, fuiste diferente. Me gustas más como eres ahora que como eras antes, aunque me gustabas mucho también cuando te conocí. Han pasado diez años desde aquel día de verano en el que vi tus ojos verdes por primera vez, y nueve desde que llegaste y me dijiste que estabas soltero porque lo habías dejado con tu novia y, oh casualidad, yo también había dejado a mi anterior pareja. Me gustabas, sobre todo (no voy a mentirte, creo que nunca lo he hecho) por fuera, porque por dentro no sabía qué esperar.

Yo no me gusto tanto, sobre todo por fuera. He tenido dos hijos contigo, peino algunas canas (aunque tampoco es exagerado y aún aguanto tres o cuatro meses sin tinte) y estoy considerablemente en peor forma. Cuando me miro en el espejo, veo a alguien que también se ha esforzado en madurar, que se ha dado cuenta de que algunas veces se comportó como una niña pequeña, sobre todo para lo malo. Sin embargo, por dentro es otra cosa. Por dentro, me gusta más esa persona a la que veo en el espejo, indudablemente. Como suelen decir, lo gorda o lo fea se quita, pero lo gilipollas no tiene cura. O sí. Quizá la cura se llame madurar. Todavía no lo sé.

No todo nuestro camino hasta ahora ha sido un camino de rosas. En realidad han sido diez años durísimos, de pruebas que nosotros mismos nos hemos puesto. Será eso a lo que llaman vivir. Llegamos a esta relación creyéndonos de vuelta de todo y, ay amigo, qué equivocados estábamos. La convivencia, la interferencia externa, la necesidad de aparentar, la vergüenza, la falta de confianza,un estilo comunicativo deficiente, la herencia de relaciones anteriores, y un millar de cosas más, nos han llevado hasta donde estamos porque así lo quisimos, porque nos lo buscamos. Aún me parece raro que sigamos juntos y, por qué no decirlo, mejor que el primer día. Pellízcame por si estoy soñando, pero tener una relación buena es posible después de todos los marrones por los que hemos pasado. Mi Yo de antes te habría mandado a freír espárragos. Mi Yo de ahora se siente feliz de no haberlo hecho.

Sea como fuere, gracias a ti me siento mejor persona. Gracias a ti, me gusta más por dentro esa mujer a la que miro en el espejo. Así me gustaría que fuera conforme sigamos madurando. Juntos.

Podría decir que lo nuestro fue un enamoramiento con el tiempo. De atracción mutua a realmente saber con quién se está y pasar a querer con quien estás. También pasar a quererse a uno mismo, de camino. Es algo de lo que estar agradecido.

Y no solíamos tener canción, no la buscamos, hasta que un día, simplemente y como nosotros mismos en mitad de este tándem, apareció.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

Lo que veo

He tirado trastos, he ordenado mi casa y mi vida. He dotado de significado (positivo) lo que me rodea.
He encontrado que se pueden hacer maravillas con un bote de pintura y paciencia. Se puede convertir algo horrible en algo maravilloso.
Lo que veo a mi alrededor es el resultado de todo ese amor que hemos puesto en los objetos, en sanarlos y dotarlos de significado, y me hace feliz.
Vamos, que la reforma del salón ha quedado estupenda.