domingo, 17 de julio de 2016

Madrecita de todos los niños

No puedo dormir. Me has despertado como a las cuatro de la mañana, llorando, y yo, que últimamente tengo un problema de ardor de estómago (maldita progesterona, estoy deseando dar a luz) lo tengo difícil para recuperar el sueño.

Te he acunado en la cama, mientras todavía lloriqueabas. Ayer viste una película infantil en la que salían unos Rottweiler que te dieron miedo. Creo que debías estar soñando con eso y por dicha razón te has despertado. Te he dado el pecho, que has tomado con ganas hasta calmarte. Me he tumbado contigo y te he acariciado el pelo y los bracitos. Tu piel es suave y nueva. Sigues oliendo a bebé.

Has soltado el pecho y me has dado la espalda, para dormir contra mi voluminosa y embarazada tripa. Te encanta que te haga la cucharita. Has suspirado, tranquila después del sofocón, y de pronto me ha venido a la mente una de las estrofas de una canción infantil que me enseñaron en el colegio.

Por la noche, cuando esté dormida,
ven tú a mi cama, ven y bésame.
Y en tu manto de luces y estrellas, 
virgencita bella, acurrúcame.

Y en ese momento, oliendo tu piel, acariciando tu pelo suave y fino, besando tu carita con todo el amor que me cabe en el corazón, me he sentido como esa virgencita del manto de las luces y las estrellas, acunando a una bebé dormida que no necesita madres celestiales. Sólo necesita a su mamá. Y he llorado, emocionada, al pensar que soy todo tu mundo.

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