sábado, 2 de agosto de 2014

Sólo un trozo

Hay un trozo de mí que escondo por si no te gustara. Me gusta pensar que es el lado oscuro, aunque de ese lado oscuro muchas veces viene una gran luz. Esa luz que te gusta tanto y que a veces siento que quieran robarme, tener por un instante para convertirse en mí, en la chica que convierte en oro todo lo que toca, aunque sólo sea un espejismo. Es un cuásar gigante, un tremendo agujero negro que dependiendo de cómo se vea puede iluminar el cielo entero mientras devora universos.

En tu pequeño balcón a las estrellas pides un trozo de ese cuásar. Y no entiendes que puede destruirte, que puede que no te guste que te absorba y te desgaste. Es por eso que me sitúo a años luz de ti, aunque me veas a simple vista. Lejanamente cercana, soy una presencia en mitad de tu cielo, al que alzas la vista. Y mientras tanto, pides un trozo de mí, un trozo de algo que no puedo darte. No puedo darte más que el espectáculo de devorar universos mientras hago saltar chispas de gases que friccionan y brillan. Te hago ver lo brillante para que no veas lo que hay dentro. Un monstruoso agujero negro al que sólo mantiene a raya la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario