jueves, 31 de julio de 2014

Y vuelvo a encender una vela

Enciendo una vela, una vela para el ánimo, para la fuerza, para el amor, para los nuevos proyectos.

Enciendo una vela y rezo a una mujer de tez pálida y cabello besado por el fuego. Una mujer antigua, que quizá existiera una vez y que seguro que supo mucho de yunques y martillos. Una mujer cuya mirada está hecha de llamaradas tan verdes como su manto, sobre el que crece la hierba. De sus pechos brota leche y en su vestido pacen las ovejas.

Suya es la tribu de la gente pequeña, los heraldos de los vientos de cambio y las artes. Suyo es el ámbito del que no conoce el miedo, suya es la fuente de todas las lágrimas cuando la vida se acaba, suya la vida que se inicia. Lleva los brazos pintados de añil, pinturas de guerra, pinturas de parto.

Enciendo una vela y pronuncio su nombre, que sale de mi boca como una saeta en llamas. Excelsa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario