jueves, 10 de julio de 2014

Es deseo

Abro los ojos a la luz del día. Soy una maraña de pelo envuelta en sábanas y en tus piernas. Me giro hacia ti y noto tu respiración tranquila, sigues dormido. Te despierto suavemente, quiero disfrutar del primer momento de mi día con mi nariz pegada a tu espalda. Me embriaga tu olor, hueles a sudor de noche de verano, a dormido, a suavizante para la ropa y a cereales de desayuno con miel. Sonrío al pensar que los expertos en marketing de los desodorantes para hombre la pifian conmigo tan estrepitosamente, porque son esos olores tan cotidianos los que despiertan mi líbido y por eso paso de rozar la nariz por tu espalda a llenártela de besitos pequeños. 

Miro el reloj furtivamente y pienso "5 minutos más", y así continúo mi ritual matutino mientras te levanto discretamente la camiseta y paso mis manos por tu piel. Una piel que devoraría como un caníbal, llena de un deseo inmenso que me convierte en una arteria pulsando en la garganta y en una mente que ya no racionaliza, sino que sólo piensa en una cosa. No hay lugar para el amor cuando se trata de tu piel, hay sólo deseo.


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