sábado, 19 de julio de 2014

Silencio

Tras las bombas y los cañones qué agradable resulta el silencio. El mismo que tienes cuando haces la siesta, cuando te permites esos pequeños lujos que nunca, jamás, te permites. Oh, el silencio roto por los pájaros piando en una tarde de verano, el del susurrar del viento. La tranquilidad de las palabras no dichas, el solaz de la vida apacible. Qué silencio el de mi mente, qué silencio a mi alrededor, qué silencio el de mis dedos en el teclado, el de los árboles meciéndose, el de mi cuerpo desnudo. Es el silencio en el que oigo mi propia respiración, y resulta tan terapéutico...

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