jueves, 26 de junio de 2014

No voy a salvar el mundo

Ese sol... ese sol que se me esconde entre nubes y entre edificios. Ese sol hoy acaricia mi piel mientras camino, demasiado cansada para acompañar mis pasos con música siquiera.

Mis bailarinas blancas se deslizan por el asfalto, un señor mayor en un coche de joven decide que no va a parar en un paso de cebra y me detengo, consciente de mi propia vida por un momento. Es extraño que seamos conscientes de nuestra vida un momento para luego olvidar lo importante que es el resto del tiempo. Interesante cómo un coche a toda velocidad nos resulte peligroso, mientras que un estado de estrés constante no nos parezca una amenaza.

Ironías de la vida, porque hay cosas que nos matan lentamente como esa sensación de estrés, la comida basura, el tabaco y mil y una cosas más. Que de algo hay que morir, pues claro. Pero no de tristeza, o estrés, o culpabilidad. Morir de alegría, o de diversión, o de cariño, morir sabiendo que has vivido, eso es lo que me importa.

No voy a salvar el mundo con cinco minutos más. El correo electrónico puede esperar, así que salgo hacia ese sol que hoy ha salido a decirme hola, al paso de cebra que espera pacientemente a que un día lo repinten, al señor mayor del coche de joven y hacia el hogar, donde puede que no salve el mundo pero seguro que yo encontraré mi propia salvación.

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