viernes, 17 de abril de 2015

Corría el año 2007

Corría el año 2007, hacía calor y todavía no habíamos empezado a salir. Yo me estaba mudando de vida y de relaciones, y había hecho la portabilidad de mi teléfono para irme al piso nuevo, aquel de 36 metros cuadrados en el que viví unos meses. Por eso, cuando volvía a mi antigua casa usaba la Wifi del vecino (qué piratilla) hasta que un día dejó de funcionar.

Debido a eso te dejé con la palabra en la boca en el messenger, donde ya hacías combinaciones de tu nombre y el mío, cosa que me extrañó un poco (por ir tan rápido), pero que entendí que no hacías con mala intención. Conociéndote, es que lo estabas pensando pero no estabas re-pensando lo que podía suponer aquello para mí. Te pasaste la noche entera escribiendo y, a la mañana siguiente, me encontré con que tenía un correo tuyo con un .doc muy largo lleno de palabras en las que me contabas tu vida. Fue suficiente para conocerte un poco más y, no lo negaré, el empujón que me faltaba para decirte que me gustabas mucho. Nunca te habías abierto tanto cuando cenábamos juntos, ni cuando nos tomábamos el descanso, ni cuando fuimos a comer croquetas en aquel restaurante vegetariano en el que nos sirvieron una cocacola que no era cocacola (¿te acuerdas?).

Quién me lo iba a decir aquel año 2007, que acabaría combinando tu nombre con el mío y formando una familia. Quién me iba a decir que me cuidarías cuando me rompiera una pierna, que estarías ahí en el momento más difícil de mi vida, cuando creía que casi moría, y que celebraría contigo tantos cumpleaños, tantas Navidades y tantos fines de año. Quién me iba a decir que te llevaría al hospital en mitad de una gastroenteritis, que secaría tus lágrimas, que contigo me sacaría un Máster, o que gracias a tus ánimos conseguiría metas que me había propuesto y no me sentía capaz de conseguir, y a la primera. Quién me iba a decir que tendríamos hijos. Eres el viento en mis alas, me elevas y, si me caigo, eres quien me devuelve la fe en que puedo hacer cualquier cosa que me proponga con tan sólo un poquito de ganas. Me has ayudado tanto durante estos años que sólo puedo estar agradecida por devolverme las ganas de volver a ser yo misma, de sonreír y también de reír a carcajadas. Quién me lo iba a decir aquel verano de 2007.

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