jueves, 12 de marzo de 2015

Tus pies

Tienes los pies grandes, o al menos a mí me lo parecen. Me tocas con ellos cuando dormimos y a veces me quedo sorprendida por la forma de tus dedos gordos, porque no se parecen en nada a los míos. A veces te gusta acariciarme con ellos, y con las piernas, y con el cuerpo entero, y me envuelves en un abrazo cálido que huele a vida cotidiana. Me encanta el olor de tu vida cotidiana. Y afortunadamente no te huelen los pies.

Caminaste muchos kilómetros con esos pies antes de que nos encontráramos y, qué cosas, al final lo hicimos pese a que el camino estuvo a punto de dejarme sin conocerte. Los dos decimos que nos habría gustado hacer esto, aquello o lo otro, pero luego nos damos cuenta de que si no hubiera sido por donde nos llevaron nuestros pies probablemente nunca nos habríamos cruzado. No sé qué piensas, yo me habría perdido muchas risas provocadas por ti si mis pies me hubieran llevado por otra parte. Así que, me alegro de que tengas esos pies que te han llevado por tantos sitios, y que te siguen llevando, porque a día de hoy compartimos el camino. Yo con mis pies pequeños, tú con tus pies grandes.

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