La última vez que la vi, vestía collar de cuero rosa con pinchos y lencería a juego, le gustaban los ramos de flores y las sábanas recién puestas. Salió corriendo tras un estallido de prolactina tras el parto y desde entonces la hemos visto unas cuantas veces pero no las suficientes como para que podamos atraerla hasta casa. La echamos mucho de menos, especialmente mi marido.
Se recompensará a quien la encuentre y la traiga a nuestro hogar, sana y salva.
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