miércoles, 2 de agosto de 2017

Aniquilar la felicidad

La felicidad me golpeó como en una canción de Florence Welch. Sin verla venir. La canícula se hizo sobre mí, con su aparente stand by. Y la placidez invadió cada día, cada cara, cada gesto.

Y yo, acostumbrada a que todo sea una lucha, por un momento, respiré. Descansé.

Entonces, me paré en un semáforo contigo y todo fue como esa luz en rojo que decía "párate". Párate y disfruta, párate y sonríe, párate y vive.

No pude. Y de repente me encontré conteniendo la respiración, como en una calma chicha.

Vivir en una guerra es lo que tiene, no estás acostumbrado más que a luchar. Aniquilas tus sentimientos, esperando algo más. Y tuve miedo de llegar a aniquilar mi felicidad.

Entonces te dije, "tengo miedo". Y me preguntaste de qué, y te dije que de ser feliz. De esta sensación tan perfecta, que no es la euforia de la alegría desmedida, sino la de la paz interior. No estoy acostumbrada a esto, pero podría hacerlo.

Espero no aniquilar mi felicidad antes de seguir viviendo la vida como en una canción de Florence Welch.

Ya llegará septiembre y, con ella, se irá la canícula.

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