sábado, 24 de enero de 2015

Y decirle al mundo

Y decirle al mundo que no importa que mañana nos quedemos sin luz. Puedo seguir viendo con tus ojos, puedo ver el brillo de tu alma. Ésa es toda la luz que necesito en mitad de un apagón.

No somos perfectos, no somos almas gemelas. Somos diferentes y tenemos propósitos distintos, como un trompo y un cuchillo. No somos mitades de ninguna naranja ni de ningún limón, cada uno está completo en sí mismo. Pero siempre acabamos contándonos nuestras cosas, compartiendo nuestros mundos de alguna manera, comprendiéndonos a pesar de vivir a través de percepciones muy diferentes. Es ese entendimiento de lo diferente lo que nos hace que sigamos adelante, lo que hace que nos complementemos de alguna manera, lo que hace que una relación se base en la confianza y el respeto mutuo. Ninguno es superior al otro, somos dos personas caminando al mismo paso por el mismo camino, cada uno a su estilo, pero sobre todo respetándose mutuamente.

Tú me hiciste ver que era perfectamente imperfecta, que era hermosamente imperfecta. Me has ayudado a aceptarme, a saber quién soy, a reconciliarme con mi Yo más masculino y mi Yo más femenino. A volver a tener los viejos buenos modales que siempre me gustaron. A volver a ser esa chica vivaracha y con ganas de aprender que no se deja llevar por la corriente que siempre, en el fondo, fui. Me has enseñado que lo mejor no es tener un alma gemela que tenga todo lo que tú no tienes, sino tener un compañero al que poder mirar a los ojos sin miedo. Por el simple hecho de que te gusten sus ojos, especialmente cuando le brillan porque sonríe.

Quiero decirle al mundo que te encontré hace casi 8 años y que la vida me ha dado el regalo más enorme que pueda haberme dado gracias a tu presencia en ella. Hemos tenido que ir aprendiendo poco a poco cómo es el otro, con mucho cariño y mucha paciencia. Por eso te quiero y me haces feliz. Y te agradezco que sigas ahí, día tras día, contándome chistes estúpidos y metiéndome mano cuando crees que nadie se da cuenta. Riendo y llorando conmigo. Viendo películas y saliendo a perdernos juntos por el bosque en busca de un esquivo animal salvaje que sólo se deja ver a la hora del atardecer.

Y pensar que hace 8 años yo había dejado de creer en el amor...


No hay comentarios:

Publicar un comentario