El orden sin el que no podría vivir no es el de las cosas, sino el orden de las personas. El orden en el que el respeto prima y las necesidades de espacio de las personas son comprendidas. No es un lugar para cada cosa, es un lugar para cada persona y cada persona en su lugar. Empezando por las relaciones.
Claro que, en un mundo en el que llamamos amigo del alma a cualquiera que nos preste atención en facebook, este tipo de respeto se desdibuja. Creemos que tenemos derecho a irrumpir en las vidas ajenas, a ser honestos aunque duela, cuando ni el respeto ni la relación ha admitido ese tipo de comportamientos. Cuando todavía la relación se encuentra en el estadio del protocolo, en el que se es cortés y poco más. O bien nos lanzamos al peloteo desmesurado para ganarnos a las personas. Odio el peloteo con todas mis fuerzas, al menos con el sincero me veo con la excusa perfecta para mandarlo a tomar por culo.
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