lunes, 25 de enero de 2021

Esta mañana llovió

Esta mañana llovió.

En realidad, me dio un poco igual en el momento, porque total, una gota más que menos, en estos tiempos de trabajar aislados unos de otros, en los que la lluvia importa nada más que para llevar a los churumbeles al cole, pues no tiene mucho sentido preocuparse porque caigan tres gotas.

Pasó el día, entre Exceles, reuniones, llamadas y risas a distancia. Cayó la noche, con sus alas negras, como si Hugin y Munnin recorrieran el cielo. Salí a la calle a tirar la basura, un acto bastante mundano, cargada con cajas de Amazon. Un signo de los tiempos extraños que vivimos.

Y solo entonces, en la oscuridad de las calles, pude apreciar la humedad y el frescor de la lluvia de la mañana.

Mis pies, calzados en zapatillas de deporte, se deslizaron por las aceras en un paseo más que necesario, vital. En mis oídos, primero la voz de una amiga que me hablaba por Whatsapp. Después, la música de alguna estrella vigente a principios de siglo. Una vuelta a aquello que me llama a mi propia esencia. Y, por un momento, vuelvo a la vida normal, real, la que había antes de la pandemia. 

Por un instante, he recordado lo que era volver a casa del trabajo andando, o del dentista, o lo que era caminar por una acera húmeda con la lluvia de la mañana. 

Y he podido apreciar las gotas que cayeron durante el día. Y la vida que llevaba antes de que todo cambiara. Qué lejano parece todo.


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