viernes, 4 de enero de 2019

Como un rayo

Era un ritual habitual: estar en la bañera, dejando que el agua cayera por mi pelo, se deslizara por mi cara, mojara mi cuerpo. Disfrutar del olor del jabón, de la sensación de limpieza, del calor del agua. No pensar en nada, solo estar en el momento, en el cuerpo, en el agua, con los ojos cerrados y la mente en blanco. Como una pequeña muerte con olor a fresas.

Lo que tiene vaciar tu mente cuando eres yo, es que a veces vienen otros entes a poblarla porque ven espacio de sobra para habitarla. Entonces, me golpeó, como un rayo. Chocó contra mi frente tan fuerte que, si hubiese sido Zeus, de aquel golpe habría salido Atenea, completamente armada para la batalla. 

¿Qué puedo hacer en ese caso? Pues entregarme, dejarme llevar y esperar a que la historia se escriba sola.

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