lunes, 28 de diciembre de 2015

Mi cesto de manzanas

Había cesto de manzanas que era muy feliz hasta que metieron a dos manzanas podridas que venían de otro manzano. Esas dos manzanas le decían al resto del cesto lo que tenían que hacer, qué comprar, dónde ir, cómo posar, dónde vivir, de qué ganarse la vida y hasta a quién considerar su manzano de referencia. Hasta que un día, el cesto dijo que ya bastaba de manipular, tergiversar y exigir, y las dos manzanas, muy dolidas, decidieron que eran demasiado buenas para ese cesto.

Para su sorpresa, el resto de las manzanas suspiraron aliviadas. Qué alivio fue, darse cuenta de que esas dos manzanas estaban podridas pese a su imagen impoluta. Qué alivio fue, por una vez en la vida, tomar decisiones que sólo le correspondían al cesto.

A esas manzanas podridas sólo les deseo que sigan pudriendo si quieren, pero muy lejos de nuestro cesto. Gracias.