domingo, 19 de julio de 2015

Bebé

Me gustan tus sonrisas llenas de leche, cuando sonríes desde tu perspectiva para mirarme a los ojos, y abres la boca dejando escapar un pequeño riachuelo de tu alimento preferido, el que te doy.

Te quiero cuando dices ajó, agú, gu-gú, cuando te levantas por la mañana (normalmente de buen humor) y con todo tu repertorio de monerías.

Te adoro cuando estás saturada de bares, gente, abuelos, familiares, vecinas cotillas y dependientas de tiendas de chinos, y me buscas entre caras poco conocidas. Cuando te lanzas hacia mí de cabeza al estar en otros brazos, porque sabes que siempre voy a estar ahí para cogerte.

Me encanta cuando quieres dormirte, te enganchas a mi pecho y me agarras con toda la fuerza que tienes en las manos para que no me escape. No vaya a ser que me pierda mientras tú duermes.

Me chifla el saludo familiar que has inventado, y que ahora ya tu papá y yo hacemos incluso cuando estás profundamente dormida para saludarnos entre nosotros.

Me fascinan tus ojos rasgados y profundos, tu pelo alborotado, tu piel de alabastro, tu boquita de piñón y tu nariz chatilla. Cuando me dicen que eres bonita, que eres guapa, que eres preciosa, yo siempre pienso que sí, que lo sé, pero que eso no me importa en absoluto. Te querría igual si fueras fea como un mono. Te quiero por ser tú, no por cómo eres físicamente.

Eres seis kilos y medio por 62 cms de alto de felicidad. De nuestra felicidad. Mañana hace 3 meses que llegaste a nuestras vidas, así que sólo te puedo dar las gracias por existir. Te quiero, bebé.

sábado, 11 de julio de 2015

El Guadiana

Siempre está ese conocido que se entera de algo de tu vida y viene a husmear con la excusa de desearte lo mejor. O para decirte "Oye, estoy aquí, necesito de tu atención porque soy un tocahuevos". Y luego desaparece como el Guadiana.

Una vez me pasó eso con alguien que me mandó un WhatsApp diciendo que era muy negativo estar a la gresca por una tontería. Y que qué tal estaba, ¡que se había enterado de que estaba con una gripe! Por Dios, como si una gripe fuera el fin del mundo, la excusa entre las excusas para retomar un contacto que a mí no me agradable retomar.

Pues que les vayan dando por cotillas.

viernes, 3 de julio de 2015

No tengo ni idea

Me llega un WhatsApp con un mensaje de voz. Lo que me llama la atención no es el mensaje, es la voz de la persona que me hace llegar el mensaje. Está hecha pedazos, como un jarrón chino que un niño ha hecho caer jugando a la pelota en el salón, con la picardía de quien sabe que jugar en el salón romperá cosas y no hace nada por evitarlo.

Podría decir muchas cosas para intentar consolar a quien me manda ese mensaje. Podría decirle lo clásico, que lo siento, que me puedo imaginar por lo que está pasando. En realidad, no tengo ni idea. No sé ni qué decir, ni qué hacer, ni tengo la más remota idea de por lo que está pasando porque no estoy en su situación. Creo que lo mejor que podría hacer es darle un abrazo y dejar que las palabras se queden mejor en el fondo de mi garganta.