martes, 23 de diciembre de 2014

Hoy he encontrado

Esta mañana me he encontrado con unas líneas en un cuaderno que había escrito pensando en ti. Eran unas líneas que escribí pensando en que te echaba de menos, con todo ese estrés que los dos arrastrábamos hace unos meses y que nos estaba jodiendo pero bien.

Ahora tengo el placer de compartir unos días contigo, tú que eres mi día, mi sol. Qué lejos quedan esos días de oscuridad, de no parar de trabajar, de no poder ni sentarnos a hablar. Qué fuertes nos hace superar esos pequeños baches juntos. Qué alegría me da que sigas iluminando mi vida con tu sonrisa. Y a pesar de que lo escribiera hace unos meses, y que lo hiciera porque a veces me es más fácil escribir que hablar, todo aquello que escribí sigue vigente. Me gustan tu luz, tu risa y tus chistes malos. 

Cuánto te quiero.

Apretando el arco

Re-Re-Re-Re-Reeeee-Reeeee... La-La-La-La-Laaaaa-Laaaaa...

Me duele la mano derecha, pienso. Estoy apretando demasiado fuerte el arco, pienso. Debo relajar la mano, pienso. Hay que dejar que el arco se apoye en la cuerda, la mano no debe hacer fuerza, sólo guía el arco a través de las cuerdas, re-pienso.

¿Y si esa mano que aprieta el arco es indicativo de que algo pasa, de que necesito des-apretar ciertas cosas de mi vida? Y si es indicativo de ello, ¿qué cosas son? ¿Qué es lo que no estoy viendo? ¿Qué se me está escapando?

sábado, 20 de diciembre de 2014

Cómo lo haces

No sé cómo lo haces para mirarme y derretirme. 7 años y medio más tarde desde aquel email en la oficina, aquella noche de sexo tórrido que pasamos, 7 años y medio después de decidir que seguiríamos juntos, a pesar de que todas las apuestas estaban en nuestra contra. A pesar de los rumores que decían que ya no estábamos juntos aunque estuviéramos compartiendo piso y vida tan sólo 3 meses tras haber empezado a salir, y de las miradas de celos de algunos y algunas.

Y siete años y medio más tarde me encuentro una mañana de sábado, casi a vísperas de Navidad, entre tus brazos, esperando una hija tuya y totalmente embebida en tus ojos verdes.

Te digo que voy a levantarme, pero te giras y me pides que me quede cinco minutos más en la cama. Y ahí me quedo, entre tus brazos, porque no hay mejor lugar en el que pueda estar. Lo demás puede esperar. No sé cómo lo haces para que todas mis prioridades se conviertan en el objetivo número 2, detrás de ti.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Hambre de Luna

Y pensar que hace un año no pensaba ni en que fueras a existir. Ahora te has convertido en parte indivisible de mí. ¡Qué diablos de mí! De mi mejor yo. Me has regalado una plenitud que no creo que habría podido conseguir con nada de este mundo que no fueras tú.

Tu padre y yo todavía no te hemos visto la cara en vivo y en directo. Sólo en una pantalla fría. Pero todos los días te siento. Sé cuándo quieres que coma, y no porque me lo diga mi estómago. Sé cuándo tienes hipo. Sé cuándo estás dormida. Sé muchas cosas de ti aunque nunca te he visto. Supongo que es instinto. Porque sé, por ejemplo, cómo va a ser tu carácter, y eso que sólo te has expresado a través del movimiento.

Tengo hambre de ti, mi pequeña. Mi pequeño lucero del alba, mi pequeña Luna.